A partir de los 8 años (y hasta los 12, en función de la persona) algunos de nuestros hijos ya podrían entrar en la temida “preadolescencia”. Esta etapa está repleta de todo tipo de cambios: el pudor se incrementa incluso en casa, los cambios en el cuerpo (vello, menstruación, crecimiento de senos, cambios en la voz, etc.) empiezan a producirse, comienzan los primeros “amores” adolescentes, la imagen corporal es por primera vez una gran preocupación, los temas trascendentales empiezan a ser un centro de preocupación, etc. Esto ocurre porque el niño que era antes comienza una etapa de transición hacia la vida adulta y crece en las tres esferas del ser humano: la biológica, la psicológica y la espiritual.
En esta etapa de cambio ser padre no es fácil. Tras más o menos diez años cuidando y manteniendo a tu “bebé”, ahora parece que no puedes saber qué le ocurre, no permite que entres en el baño cuando está él, no quiere que le ayudes a vestirse, se niega a que le lleves y recojas de sus planes o sientes que hace lo contrario a lo que le pides para molestarte.
No te preocupes, tu hijo no ha dejado de quererte, solamente está dejando de ser un niño y se está convirtiendo en un adolescente. Y, aunque esto es un proceso natural, puede estar lleno de peligros debido a lo que esto supone.
Es conveniente entender cómo es el cerebro de nuestros hijos para comprender lo que supone esta etapa evolutiva.