¿Me debo preocupar si mi hijo tiene un amigo imaginario?

El amigo imaginario es una figura que aparece con bastante frecuencia en la infancia. Svendsen define amigo invisible como “un personaje invisible, nombrado y referido en conversaciones con otras personas con el cual el niño juega directamente”. Este autor explica que el amigo imaginario tiene un aire de realidad para el niño, pero no tiene ninguna base objetiva. Además, normalmente, el niño es consciente de que ese amigo imaginario es un producto de su imaginación, y entiende, por tanto, que no existe en la realidad.

Estas figuras imaginarias no tienen por qué ser siempre amigos, a veces puede tratarse de un hermano imaginario. Además, no siempre se trata de personas. En algunas ocasiones, el amigo imaginario es una mascota o un objeto no ficticio como peluches o muñecas, pudiendo aparecer varios en distintas etapas.

Los amigos imaginarios suelen aparecen desde los dos o tres años hasta los siete u ocho, momento en el que comienza a aparecer un pensamiento lógico. La existencia de amigos imaginarios en niños es bastante elevada. Según menciona Delgado (2007), entre un 12% y un 33% de los niños entre los dos años y medio y los seis, crean amigos imaginarios.

¿Me debo preocupar?

Cuando un niño cuenta que tiene un amigo imaginario, muchos padres se preocupan y no saben cómo actuar. Ante esto, será importante responder con naturalidad y no alarmarse, sin llegar a ignorar o rechazar este hecho. No se debe considerar a ese amigo invisible como un enemigo, sino más bien como un apoyo para el niño/a.

Una vez hemos respondido con naturalidad, debemos recordar que la aparición de un amigo invisible no implica que estén teniendo lugar procesos anormales ni disociaciones perceptivas. Es decir, no se trata de algo patológico ni problemático en los niños. La creación de los amigos imaginarios, independientemente de la forma que éste tenga, se debe entender como una parte natural del desarrollo y la evolución del niño. Más concretamente, este hecho nos muestra que está teniendo lugar el desarrollo de su imaginación y su creatividad. Incluso se ha visto que, aunque no existe un perfil específico de caracterice a los niños que tienen amigos imaginarios, la creatividad es un factor que influye mucho en el desarrollo de esta figura. Asimismo, es algo que está relacionado con características positivas en el marco social.

Además, la edad a la que suele aparecer esta figura está caracterizada por la representación y el simbolismo, algo que aumenta la probabilidad de que se manifieste este compañero imaginario.

¿Qué función cumple el amigo imaginario?

Aunque no es algo patológico, los amigos invisibles aparecen con algún propósito y pueden cumplir distintas funciones. Son varias las explicaciones que se han dado sobre la función que este personaje tiene en la vida del niño/a. Una de ellas, aportada por Suarez, se basa en la idea de que estos amigos invisibles son un Yo auxiliar o complementario, que puede ayudar al niño a reflejarse y confrontarse consigo mismo. Además, este autor indica que el amigo imaginario ayuda a crear una situación donde el niño siente que tiene control, ya que él mismo controla el dialogo. Puede servir también para fomentar la tolerancia a la soledad en el niño y favorecer su autonomía, ya que esta figura le permite sentirse acompañado en ausencia de adultos y le acompaña mientras empieza a hacer cosas por sí mismo.

Con todo esto, también podemos preguntarnos… ¿cuándo sí debemos considerar intervenir ante la existencia de amigos imaginarios?

En el momento en que esta figura imaginaria empieza a interferir de forma negativa con la vida del niño/a, limitándole o generando experiencias negativas. Por ejemplo, si percibimos que empieza a preferir jugar con su amigo imaginario antes que con sus amigos reales, ya que esto dificultará que pueda beneficiarse de todas las habilidades y lecciones que aporta el juego con otras personas, entre las que encontramos la cooperación, la distribución de roles, o aprender a ceder. Esto podría llevar a problemas en las relaciones sociales futuras. Otra situación en la que se deberá considerar intervenir será si el amigo imaginario sigue presente a partir de los ocho o nueve años. Como se ha mencionado previamente, es más o menos a esta edad cuando aparece un pensamiento lógico-deductivo.

 

En definitiva, si tu hijo/a te cuenta que tiene un amigo imaginario, o si descubres que puede tenerlo, dedica tiempo a hablarlo con naturalidad, como si se tratase de un amigo real. Escucha con interés lo que tu hijo/a pueda contarte sobre ese amigo, haciendo las preguntas que necesites, pero sin avergonzarle ni cuestionarle. No olvides que ese amigo imaginario puede ser un gran aliado que ayude al correcto desarrollo psicológico y emocional de tu hijo/a.

Por Celia Ramos Montalvo

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