¿Sabías que la paciencia se enseña?

Cuando nos convertimos en padres, las rabietas se convierten en uno de nuestros mayores temores. ¿Es de verdad una etapa por la que obligatoriamente tienen que pasar todos los niños? ¿No existe niño sin rabietas?

No se puede afirmar nada rotundamente pero lo cierto es que las rabietas parecen ser un común donominador en niños de determinada edad. Surgen en torno a los dos o tres años. De hecho, se habla de esta etapa como de una primera adolescencia. El bebé deja de serlo para convertirse en niño. Siente que es un ser independiente de sus padres cuando aprende a decir que NO y para conseguir hacer lo que quiere, lo que tiene más a mano es enrabietarse.

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Los cambios en la adolescencia

Por Ainhoa Uribe

Cuando llega la adolescencia, los padres se echan a temblar. Esta etapa suele ser sinónimo de peleas, fricciones y sinsabores en la relación con los hijos. ¡Y es cierto! Nadie lo niega. El secreto para que esta etapa no se convierta en realmente turbulenta y suponga la ruptura definitiva en la relación padres-hijos está en comprender el por qué de los cambios que aparecen.

Psicológicamente la adolescencia es una etapa complicada porque supone el asentamiento de la personalidad de los hijos como personas diferentes a sus padres.

Los niños dejan de ser un reflejo del pensamiento y la personalidad de sus padres y se convierten en seres humanos autónomos y diferenciados.

Cambios pasajeros

Para los niños la manera principal de encontrar su propio camino y construir así su propia personalidad es negando o diferenciándose de aquello que hacen los padres. En muchas ocasiones expresando el polo opuesto. Si los padres son extravertidos y socialmente abiertos es fácil que el adolescente sea introvertido y solitario.

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¿Llevar los niños a la guardería o dejarlos al cuidado de un familiar?

Por Elvira Muñoz

En febrero de 2011 nació mi primera hija. Tras los primeros (duros, por qué no decirlo) meses de conocernos la una a la otra, pasamos una primavera y un verano estupendos, disfrutando toda la familia. Pero como siempre sucede, “cuando mejor te lo estás pasando se acaba la fiesta”, y tras casi 6 meses siendo uña y carne, llegó el momento de la “separación”.

Mi marido y yo habíamos estado pensando cómo organizarnos con el trabajo y el cuidado de la peque. Nos planteamos varias opciones. La guardería en principio la descartamos, ya que era verano y la oferta se reducía. Pensamos en contratar a alguien que viniera a casa a cuidar de ella y a la vez nos ayudara con las tareas domésticas. Esta opción resulta bastante atractiva, porque ya se sabe que con los peques no se tiene tiempo para nada y al final la casa siempre está manga por hombro.

Nos preocupaba encontrar la persona adecuada y, sobre todo,  de confianza.

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¿Sabías que lo que pensamos de los niños influye directamente en lo que hacen?

La imagen que tienen los niños sobre sí mismos se construye sobre las percepciones que otros tienen de ellos. Esta autoimagen se ve influída por las opiniones de padres, madres, profesores o incluso compañeros. En la primera infancia, podríamos decir que entre los 4 y…

¿Qué es la Lateralidad y cómo se desarrolla?

Por Ainhoa Uribe

¿Mi hijo es diestro o zurdo? ¿A qué edad se sabe cuál es la mano dominante? ¿Qué importancia tiene? ¿Es conveniente ayudarle a desarrollar su lateralidad? El término «lateralidad», a veces confuso y poco entendido, es un fenómeno cerebral complejo que requiere una gran organización a nivel neurológico.

La mano que utilizamos de forma preferente a la hora de comer o escribir no es más que un indicador. Es la punta de iceberg de la lateralidad.

La lateralidad es una función cerebral superior, que requiere un desarrollo neurológico adecuado. Se trata de la distribución de funciones que se establece entre los dos hemisferios cerebrales. Como consecuencia del desarrollo de la lateralidad tendemos a utilizar una lado del cuerpo antes que el otro para determinadas acciones.

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Cómo ser una mamá cruasán

Cómo ser una mamá cruasán:una nueva forma de educar con sentido común.

Este libro de nombre tan apetitoso nos lleva a hacer una reflexión sobre la manera como educamos a nuestros hijos. La comparación entre la maternidad americana y la francesa no es más que una excusa para indagar sobre las bases en las que debemos apoyarnos a la hora de críar a un hijo.

Su autora, Pamela Druckerman tal vez sin pretenderlo, nos invita a observar el comportamiento que tenemos como padres. Y no es un hecho vanal dado que dependiendo de nuestra actuación así saldrán nuestros hijos. Es cierto que la realidad no es tan lineal pero sí que el libro nos aporta una idea de cómo nuestros propio agobios y nuestra eterna preocupación por los hijos no siempre beneficia ni a los niños ni a nosotros.

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Juegos para el bienestar emocional de tu hijo

De este libro me gusta todo, desde el título: Juegos para el bienestar emocional de tu hijo. La autora, Barbara Sher, terapeuta ocupacional y madre de tres hijas, hace una recopilación de juegos sencillos, rápidos, divertidos y ocurrentes. Defiende el juego como una de las maneras de comunicación y educación de los niños.

El libro se divide en varios capítulos según el aspecto concreto que queramos trabajar con el juego: ser más felices, fomentar la autoestima, combatir la tristeza, olvidar el enfado, superar los miedos, aprender a ser compasivos o crear fantasías.

Todo lo que aprenden los niños, lo aprenden a través del juego, juguemos nosotros con ellos o no.

Los juegos aquí propuestos trabajan un amplio espectro de emociones tanto positivas como negativas y aunque cada uno va más enfocado a un tema, en todos se trabajan varias emociones.

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Cuentos para el adiós

El título de este libro de Begoña Ibarrola habla por sí solo.

 

Cuentos para el adiós se trata de una serie de cuentos breves donde se tratan diferentes temas relacionados con el duelo. Como ya hemos contado en otro artículo, el duelo es un proceso natural ante la pérdida física o emocional de una figura de referencia.

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El periodo de adaptación, tendemos a infravalorarlo.

 Por Ainhoa Uribe

«Por norma general, tendemos a infravalorar el periodo de adaptación» Estas fueron las palabras de mi pediatra el otro día cuando le comenté que llevábamos durmiendo fatal un par de semanas.

El médico de mis hijos que es un señor amable y cercano me comentó que ésto sucede las primeras semanas de septiembre y a veces se extiende durante todo el mes. Muchas madres y padres se quejan de mal dormir o despertares nocturnos llorando y agitados.

¿Qué sucede en estas dos primeras semanas del curso?

Pues claramente es cuando se produce el periodo de adaptación. Tanto niños como padres nos reencontramos con la rutina de la vuelta a nuestra vida cotidiana. Es curioso cómo cada niño reacciona ante este mismo suceso de maneras diferentes e incluso el mismo niño varía mucho su comportamiento de un año a otro.

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