¿Es más importante que nuestros hijos logren la excelencia en todo lo que hacen, o que desarrollen la capacidad de gestionar sus emociones?
La sociedad nos enseña a temer al fracaso, a evitar la vulnerabilidad y a buscar la perfección. Sin embargo, el verdadero crecimiento se encuentra en enfrentar nuestros miedos y exponernos a la posibilidad de tropezar y fallar. Enseñar a los niños a abrazar la vulnerabilidad es fundamental para su desarrollo emocional.
La valentía no se trata de evitar el dolor, sino de tener el coraje de sentirlo y aprender de él.
No se trata de controlar o ignorar la vivencia emocional sino de encontrar las herramientas más adaptativas para entender lo que nos sucede y aprender de ello para el futuro.