La influencia del confinamiento en la habilidades parentales

Como algunos de vosotros ya sabéis, aprovechamos el confinamiento para llevar a cabo una investigación sobre las habilidades parentales de padres y madres durante este periodo. Desde que se decretó el estado de alarma nuestro interés se centró en saber si la situación extraña y nueva para todos podía traer algo positivo. Es decir, si un estresor en principio considerado como negativo podía dar como resultado una mejora en algún aspecto dado que ha significado un reto especialmente para aquellas personas que han tenido a sus hijos en casa al mismo tiempo que han continuado trabajando (tanto dentro como fuera de casa).

Estamos muy orgullosas de la alta participación, habiendo superando las 90 respuestas. Tras analizar en detalle los resultados, queremos aprovechar para exponeros algunas de las cuestiones que hemos observado.

Para realizar el estudio hemos utilizado la Escala de Parentalidad Positiva E2P elaborada por Esteban Gómez, director de la Fundación América por la Infancia y María Magdalena Muñoz de ideas para la infancia, ambos en Chile. La escala se compone de 4 cuestionarios en función de los siguientes tramos de edad: de 0 a 3, de 4 a 7, de 8 a 12 y de 13 a 18. En cada uno de ellos, los items giran en torno a cuatro aspectos que componen, según los autores, las competencias parentales y que son las siguientes:

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Ideas para manejar la ansiedad en niños.

Este periodo de confinamiento y la salida progresiva de niños y adultos a la calle ha generado en muchas casas estrés y ansiedad también en los más peques. Como adultos queremos protegerlos y ayudarlos a adaptarse de la mejor manera posible sin que sufran o se sientan angustiados por la nueva realidad que están viviendo.

En este post os explicamos 6 ideas sencillas y divertidas (y que podéis hacer en casa) sobre cómo manejar la ansiedad que nuestros hijos pueden sentir durante estos días.

  1. Dibuja o lee un cuento:

Si percibes que algo preocupa o enfada a tu hijo proponle hacer un dibujo sobre cómo se siente. o tiene que ser algo figurativo, puede simplemente ser una descarga de colores, garabatos, lo que le salga.

Puedes crear una carpeta con sus dibujos «malos» (de emociones que generan malestar) para que no los mezcle con otros dibujos que realiza cuando se siente bien.

Si prefiere leer, podéis leer juntos un cuento o historia. Las metáforas son muy útiles para los niños, puede ayudarles a asimilar o comprender una situación difícil. Aquí tenéis el enlace a algunos cuentos/historias sobre este periodo:

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El confinamiento, el estrés y el trauma

El estrés es la respuesta natural de nuestro organismo a una situación novedosa y/o potencialmente peligrosa. Ante una amenaza, nuestro cerebro se activa y envía señales al resto del cuerpo para que esté alerta. Diferentes sistemas se ponen en marcha para poder dar una respuesta rápida a la situación. Una vez el estímulo desencadenante ha pasado, el cuerpo recupera su ritmo de funcionamiento habitual.

Pero ¿qué es lo que sucede cuando el estímulo o la situación se mantiene en el tiempo?

En ocasiones, cuando la situación desencadenante del estrés se mantiene en el tiempo, puede llegar a ocurrir que la respuesta de estrés (en un principio puntual) se cronifique  y, por tanto, el estado de hiperalerta empiece a ocasionar desgaste y daños en el organismo. Este estrés crónico es dañino y puede llegar a causar una serie de consecuencias en nuestro organismo tanto a nivel fisiológico como mental.

¿Podríamos asemejar la situación de alerta y confinamiento que estamos viviendo con un estresor crónico?

Tal vez. Para que un estresor se cronifique, aparte de la propia naturaleza del estresor (llevamos ya más de 7 semanas en esta situación) es fundamental la vivencia que tenemos nosotros de lo que está sucediendo.

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Ideas para gestionar los miedos infantiles

Es probable que estos meses hayan aumentado los miedos de los niños. Los miedos son irracionales y difíciles de gestionar solo con la lógica. Por ello, desde AITTA os proponemos seis ideas que os pueden ayudar a manejarlos.

1.- Como primera idea sugerimos buscar un objeto transicional. Trata de buscar un objeto que tenga un valor importante para él, que le genere seguridad y confianza o que le haya acompañado en muchos momentos de su vida. Puede ser un peluche, una manta, un juguete. Es importante tenerlo a mano para que lo lleve en el momento que pueda empezar a sentir miedo: ir a dormir, salir a la calle, volver al colegio, etc.

2.- En segundo lugar, recomendamos hacer una caja de los miedos, para ello prepara una caja que él mismo pueda decorar por fuera. Una vez decorada, haced tarjetas donde por un lado escribáis situaciones potenciales de miedo: cuando apago la luz, cuando papá se va a la habitación de al lado. Por el otro lado de las tarjetas, escribid soluciones prácticas a esos posibles miedos: dejar una luz encendida, cerrar los ojos e imaginar cosas bonitas. La caja tiene que quedar en algún lugar accesible de su habitación y así pueda recurrir a ella cuando lo necesite.

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¿Cómo comunicar noticas sin resultar alarmistas?

Concienciar a los niños de los peligros que corren y protegerlos para que crezcan sanos es nuestra responsabilidad como padres. Igual de cierto es poder crear un ambiente seguro y estable para potenciar su equilibrio psicológico. Así pues en una situación de emergencia sanitaria como la que nos encontramos ahora mismo con respecto al coronavirus, no está de más tomar conciencia sobre cómo podemos prevenir a los niños sin resultar alarmistas.

Tenemos que tener en cuenta que el aprendizaje vicario es muy importante, es decir, los niños aprenden más de nuestro comportamiento que de nuestras palabras. Somos un modelo muy representativo para ellos y la manera en la que nosotros afrontemos la situación va a servir de guía para ellos. Por tanto, de nada va a servir que les digamos y repitamos que estén tranquilos mientras pueden observar nuestro nerviosismo.

Lo principal entonces es saber mantener la calma nosotros mismos y desde ahí poder hablar con nuestros hijos sobre aquello que sucede. Si notamos que estamos ansiosos o afectados por aquello que queremos comunicar quizá no sea el momento apropiado para hablar de ello.

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¿Qué es la Psicología Perinatal?

El auge de los últimos años de la Psicología Perinatal ha hecho evidente la importancia que tiene el cuidado de la Salud Mental de las madres y los padres desde etapas muy tempranas y el rol de prevención que tiene este área de la psicología para el cuidado de la familia.

El proceso de convertirse en padres tiene su inicio desde el mismo deseo de quedarse embarazados, pasando por los procesos de gestación, parto y posparto. Se considera una crisis madurativa tanto para el hombre como para la mujer, que implica adaptarse a una serie de cambios no sólo a nivel físico sino a nivel psíquico, emocional y social. Los cambios y la adaptación a los mismos afectan a todos los miembros del grupo familiar y están influidos por la historia personal y familiar, la personalidad y la relación con las figuras parentales.

En la pareja, cada uno de los miembros también tiene un ritmo diferente para adaptarse al nuevo rol y por ello, es de gran importancia favorecer la comunicación entre los miembros de la pareja.
Si nos centramos en el proceso de gestación los cambios más evidentes y notables, para la mujer, son los cambios físicos y hormonales. Sin embargo, el embarazo supone el inicio de unos movimientos a nivel psíquico que hacen emerger diferentes emociones y formas de actuar, parte del proceso de convertirse en padres. Suponiendo un embarazo a término, contamos con 9 meses para acoger una nueva vida en el psiquismo.

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Cariño, mamá y papá se separan

Actualmente, nuestra sociedad está viviendo muchos cambios que afectan al ámbito familiar, creando nuevos modelos de familia o incrementando la frecuencia de otros que resultaban muy nuevos hace tan solo unas décadas. Un claro ejemplo de este incremento de un modelo de familia alternativo al tradicional es la decisión de muchas parejas de separarse. Tomar esta decisión no es fácil, menos aún cuando hay hijos o hijas de por medio, debido a las consecuencias que esta decisión tiene en sus vidas.

Estas consecuencias que sufren hijos e hijas de parejas separadas pueden estar relacionadas con múltiples factores, desde socioeconómicos por la disminución de ingresos, especialmente evidente y con mayor frecuencia en el caso de la madre, hasta psicoemocionales y relacionales, dada la ruptura a nivel conyugal y el cambio que implica en la dinámica familiar.

¿Qué puedo hacer yo para que mi hijo/a sufra un poquito menos?

En primer lugar, es importante saber cómo podemos darle la noticia.

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Los miedos evolutivos

El miedo forma parte del conjunto de emociones que tenemos, y al igual que las demás (alegría, tristeza, enfado, etc) es importante experimentarla. Nos ayuda a enfrentarnos al mundo distinguiendo lo que puede ser amenazante de lo que no, y así aprendemos de la experiencia y nos adaptamos. Pero durante el desarrollo infantil nos puede preocupar si los miedos que tienen no son adaptativos y generan un malestar exagerado al niño,

Pero ¿cómo distinguir cuando se trata de un miedo evolutivo y cuándo no?

Para entenderlo es necesario comprender el desarrollo evolutivo de su capacidad cognitiva y emocional. Como ya hemos dicho estos son miedos evolutivos, es decir, que a medida que van creciendo suelen ir desapareciendo.

No hay una edad concreta a la que determinado miedo tiene que desaparecer, ya que cada niño es único y vive su propia experiencia que le influirá en este aspecto.

 

0 – 12 meses:

Miedos evolutivos → pérdida de apoyo, sonidos fuertes, alturas, personas / objetos extraños, separación, objetos amenazadores (súbitos)

Hasta el año de edad los miedos que puedan sentir dependerán del momento presente, todo lo que ocurra novedoso a su alrededor que se salga de lo que ya conoce lo puede experimentar como posible amenaza. Puede ser: ver una cara nueva, aunque sea de un abuelo, llevarle a un sitio nuevo, etc. Y por supuesto el “miedo” más presente a esta edad es lo que se conoce como ansiedad por separación, miedo experimentado como indefensión cuando sus figuras de apego no están (madre, padre, cuidador). Solo con desaparecer de su vista, aunque estemos a su lado ya puede generar este malestar, pero de alguna forma es adaptativo que lo experimenten para poco a poco tolerar en un futuro que esa figura no este presente todo el tiempo.

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La fisioterapia en las artes escénicas

Sabemos que la expresión corporal o musical de nuestros hijos es importante e incluso deseable para su desarrollo. Con la práctica de algún instrumento o la participación en actividades de danza o canto enriquecemos su educaciób y lo ayudamos a alcanzar sus máximas potencialidades. Pero, una vez que nos metemos en la rutina de los ensayos, conciertos, recitales o muestras la práctica puede llegar a sobrecargar al niño sino la realiza con una postura adecuada y esto, a la larga, podría provocar lesiones.

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¿Qué es la depresión post parto?

Durante el embarazo, así como la etapa inmediatamente posterior (puerperio), las mujeres presentan importantes cambios químicos, hormonales y psicológicos que predisponen a una mayor vulnerabilidad a trastornos depresivos o de ansiedad. Generalmente, del 60 al 85 % de mujeres puede presentar síntomas depresivos en los primeros días de postparto. Estos síntomas son normales debido a la gran presencia de cambios que se experimentan los primeros días y tienden a desaparecer por sí mismos con el tiempo. Sin embargo, en ciertos casos estos síntomas pueden intensificarse y cronificarse, y aparecer la llamada depresión post-parto.

¿Qué es una depresión postparto?

Es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por síntomas depresivos, con fuertes sentimientos de culpa y ambivalencia, así como problemas de vinculación con el bebé, que puede afectar a la relación de afecto con éste.

Se trata de un trastorno depresivo temporalmente asociado al nacimiento del hijo. Se suele iniciar en torno a las 2 o 3 semanas desde el nacimiento, con una duración general de 4 a 6 semanas e incluso más de un año si no se recibe tratamiento.

Los síntomas más comunes son: humor depresivo, falta de interés en actividades que antes disfrutaban, alteraciones del sueño y/o de alimentación, fatiga o falta de energía, agitación o retraso motor, fuertes sentimientos de culpa (habituales en los trastornos depresivos, tienden a asociarse con la incapacidad de asumir el rol de madre o hacerse cargo de los cuidados que necesita el niño), adopción de un rol sobreprotector con el niño, problemas de concentración, aislamiento social o incluso ideas suicidas en los casos de mayor gravedad.

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