Ideas para gestionar los miedos infantiles

Es probable que estos meses hayan aumentado los miedos de los niños. Los miedos son irracionales y difíciles de gestionar solo con la lógica. Por ello, desde AITTA os proponemos seis ideas que os pueden ayudar a manejarlos.

1.- Como primera idea sugerimos buscar un objeto transicional. Trata de buscar un objeto que tenga un valor importante para él, que le genere seguridad y confianza o que le haya acompañado en muchos momentos de su vida. Puede ser un peluche, una manta, un juguete. Es importante tenerlo a mano para que lo lleve en el momento que pueda empezar a sentir miedo: ir a dormir, salir a la calle, volver al colegio, etc.

2.- En segundo lugar, recomendamos hacer una caja de los miedos, para ello prepara una caja que él mismo pueda decorar por fuera. Una vez decorada, haced tarjetas donde por un lado escribáis situaciones potenciales de miedo: cuando apago la luz, cuando papá se va a la habitación de al lado. Por el otro lado de las tarjetas, escribid soluciones prácticas a esos posibles miedos: dejar una luz encendida, cerrar los ojos e imaginar cosas bonitas. La caja tiene que quedar en algún lugar accesible de su habitación y así pueda recurrir a ella cuando lo necesite.

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¿Cómo comunicar noticas sin resultar alarmistas?

Concienciar a los niños de los peligros que corren y protegerlos para que crezcan sanos es nuestra responsabilidad como padres. Igual de cierto es poder crear un ambiente seguro y estable para potenciar su equilibrio psicológico. Así pues en una situación de emergencia sanitaria como la que nos encontramos ahora mismo con respecto al coronavirus, no está de más tomar conciencia sobre cómo podemos prevenir a los niños sin resultar alarmistas.

Tenemos que tener en cuenta que el aprendizaje vicario es muy importante, es decir, los niños aprenden más de nuestro comportamiento que de nuestras palabras. Somos un modelo muy representativo para ellos y la manera en la que nosotros afrontemos la situación va a servir de guía para ellos. Por tanto, de nada va a servir que les digamos y repitamos que estén tranquilos mientras pueden observar nuestro nerviosismo.

Lo principal entonces es saber mantener la calma nosotros mismos y desde ahí poder hablar con nuestros hijos sobre aquello que sucede. Si notamos que estamos ansiosos o afectados por aquello que queremos comunicar quizá no sea el momento apropiado para hablar de ello.

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¿Qué es la Psicología Perinatal?

El auge de los últimos años de la Psicología Perinatal ha hecho evidente la importancia que tiene el cuidado de la Salud Mental de las madres y los padres desde etapas muy tempranas y el rol de prevención que tiene este área de la psicología para el cuidado de la familia.

El proceso de convertirse en padres tiene su inicio desde el mismo deseo de quedarse embarazados, pasando por los procesos de gestación, parto y posparto. Se considera una crisis madurativa tanto para el hombre como para la mujer, que implica adaptarse a una serie de cambios no sólo a nivel físico sino a nivel psíquico, emocional y social. Los cambios y la adaptación a los mismos afectan a todos los miembros del grupo familiar y están influidos por la historia personal y familiar, la personalidad y la relación con las figuras parentales.

En la pareja, cada uno de los miembros también tiene un ritmo diferente para adaptarse al nuevo rol y por ello, es de gran importancia favorecer la comunicación entre los miembros de la pareja.
Si nos centramos en el proceso de gestación los cambios más evidentes y notables, para la mujer, son los cambios físicos y hormonales. Sin embargo, el embarazo supone el inicio de unos movimientos a nivel psíquico que hacen emerger diferentes emociones y formas de actuar, parte del proceso de convertirse en padres. Suponiendo un embarazo a término, contamos con 9 meses para acoger una nueva vida en el psiquismo.

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Cariño, mamá y papá se separan

Actualmente, nuestra sociedad está viviendo muchos cambios que afectan al ámbito familiar, creando nuevos modelos de familia o incrementando la frecuencia de otros que resultaban muy nuevos hace tan solo unas décadas. Un claro ejemplo de este incremento de un modelo de familia alternativo al tradicional es la decisión de muchas parejas de separarse. Tomar esta decisión no es fácil, menos aún cuando hay hijos o hijas de por medio, debido a las consecuencias que esta decisión tiene en sus vidas.

Estas consecuencias que sufren hijos e hijas de parejas separadas pueden estar relacionadas con múltiples factores, desde socioeconómicos por la disminución de ingresos, especialmente evidente y con mayor frecuencia en el caso de la madre, hasta psicoemocionales y relacionales, dada la ruptura a nivel conyugal y el cambio que implica en la dinámica familiar.

¿Qué puedo hacer yo para que mi hijo/a sufra un poquito menos?

En primer lugar, es importante saber cómo podemos darle la noticia.

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Los miedos evolutivos

El miedo forma parte del conjunto de emociones que tenemos, y al igual que las demás (alegría, tristeza, enfado, etc) es importante experimentarla. Nos ayuda a enfrentarnos al mundo distinguiendo lo que puede ser amenazante de lo que no, y así aprendemos de la experiencia y nos adaptamos. Pero durante el desarrollo infantil nos puede preocupar si los miedos que tienen no son adaptativos y generan un malestar exagerado al niño,

Pero ¿cómo distinguir cuando se trata de un miedo evolutivo y cuándo no?

Para entenderlo es necesario comprender el desarrollo evolutivo de su capacidad cognitiva y emocional. Como ya hemos dicho estos son miedos evolutivos, es decir, que a medida que van creciendo suelen ir desapareciendo.

No hay una edad concreta a la que determinado miedo tiene que desaparecer, ya que cada niño es único y vive su propia experiencia que le influirá en este aspecto.

 

0 – 12 meses:

Miedos evolutivos → pérdida de apoyo, sonidos fuertes, alturas, personas / objetos extraños, separación, objetos amenazadores (súbitos)

Hasta el año de edad los miedos que puedan sentir dependerán del momento presente, todo lo que ocurra novedoso a su alrededor que se salga de lo que ya conoce lo puede experimentar como posible amenaza. Puede ser: ver una cara nueva, aunque sea de un abuelo, llevarle a un sitio nuevo, etc. Y por supuesto el “miedo” más presente a esta edad es lo que se conoce como ansiedad por separación, miedo experimentado como indefensión cuando sus figuras de apego no están (madre, padre, cuidador). Solo con desaparecer de su vista, aunque estemos a su lado ya puede generar este malestar, pero de alguna forma es adaptativo que lo experimenten para poco a poco tolerar en un futuro que esa figura no este presente todo el tiempo.

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La fisioterapia en las artes escénicas

Sabemos que la expresión corporal o musical de nuestros hijos es importante e incluso deseable para su desarrollo. Con la práctica de algún instrumento o la participación en actividades de danza o canto enriquecemos su educaciób y lo ayudamos a alcanzar sus máximas potencialidades. Pero, una vez que nos metemos en la rutina de los ensayos, conciertos, recitales o muestras la práctica puede llegar a sobrecargar al niño sino la realiza con una postura adecuada y esto, a la larga, podría provocar lesiones.

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¿Qué es la depresión post parto?

Durante el embarazo, así como la etapa inmediatamente posterior (puerperio), las mujeres presentan importantes cambios químicos, hormonales y psicológicos que predisponen a una mayor vulnerabilidad a trastornos depresivos o de ansiedad. Generalmente, del 60 al 85 % de mujeres puede presentar síntomas depresivos en los primeros días de postparto. Estos síntomas son normales debido a la gran presencia de cambios que se experimentan los primeros días y tienden a desaparecer por sí mismos con el tiempo. Sin embargo, en ciertos casos estos síntomas pueden intensificarse y cronificarse, y aparecer la llamada depresión post-parto.

¿Qué es una depresión postparto?

Es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por síntomas depresivos, con fuertes sentimientos de culpa y ambivalencia, así como problemas de vinculación con el bebé, que puede afectar a la relación de afecto con éste.

Se trata de un trastorno depresivo temporalmente asociado al nacimiento del hijo. Se suele iniciar en torno a las 2 o 3 semanas desde el nacimiento, con una duración general de 4 a 6 semanas e incluso más de un año si no se recibe tratamiento.

Los síntomas más comunes son: humor depresivo, falta de interés en actividades que antes disfrutaban, alteraciones del sueño y/o de alimentación, fatiga o falta de energía, agitación o retraso motor, fuertes sentimientos de culpa (habituales en los trastornos depresivos, tienden a asociarse con la incapacidad de asumir el rol de madre o hacerse cargo de los cuidados que necesita el niño), adopción de un rol sobreprotector con el niño, problemas de concentración, aislamiento social o incluso ideas suicidas en los casos de mayor gravedad.

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¿Cómo manejar el duelo infantil?

A la hora de abordar la noticia de la pérdida de un ser querido, es complicado saber cómo hacerlo con los más pequeños: ¿qué debemos decirle? ¿debemos comunicarle o no la noticia? ¿qué respuestas dar a las preguntas que nos plantearán? ¿Cómo evitarle el mayor sufrimiento posible?

El duelo en la etapa infantil es diferente al que puede presentar un adulto, siendo diferente en cada niño y según la etapa de crecimiento en la que se encuentre.

El duelo se refiere a los significados y conductas que presenta el niño ante la vivencia de una pérdida afectiva significativa. Es un proceso necesario para elaborar e integrar una pérdida, pero en ocasiones, tras esta reacción normal y funcional puede desencadenarse un duelo complicado o patológico, es decir, una intensificación del dolor que impide el proceso de elaboración del duelo deteniéndose en alguna de las fases o incluso no llegando a empezar, impidiendo así avanzar y ajustarse a la pérdida vivida, generando normalmente conductas desadaptativas. Esto sucede así entre el 10 y 20 % de casos.

Los niños manifiestan a nivel emocional el duelo de manera diferente a los adultos. Mientras que éstos lo hacen desde una perspectiva más depresiva, los niños pueden presentar, entre otros:

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El uso abusivo del Cannabis, cómo detectar su consumo y qué factores afectan en el inicio.

Muchos estudios recientes han confirmado que durante estas últimas décadas los problemas relacionados con el consumo de drogas (legales e ilegales) han ido aumentando de manera considerable en los países desarrollados. El tabaco, alcohol, cannabis y cocaína están generando problemas en la actualidad, sobre todo en los más jóvenes.  Sin embargo, el consumo de cualquier tipo de sustancia pasa por distintos ‘usos’ antes de convertirse en una adicción como tal. Por lo que es muy importante conocer los pasos previos que pueden ir dándose antes de llegar a la  adicción y detectar así posibles situaciones que pongan en riesgo a nuestros hijos o familiares.

La fase previa a la adicción se conoce como ‘uso abusivo’. Según Flynn, se define como un consumo recurrente y compulsivo de una sustancia química, que conlleva consecuencias negativas evidentes que dañan cualquier área de la vida o del desarrollo del individuo, como la salud, la familia, las relaciones sociales, el rendimiento escolar y/o laboral, problemas económicos, legales y del desarrollo de la persona, manteniéndose en el tiempo y necesitando una futura intervención clínica.

Y en el momento en el que el individuo ya busca y usa de forma compulsiva la droga a pesar de las consecuencias adversas (sociales e individuales, físicas y emocionales), ya se habría dado el paso a la adicción; siendo la característica común y central la pérdida de control. Es decir, una adicción se consideraría como un paso a un trastorno crónico y recurrente (Organización Mundial de la Salud).

Detección del consumo de  ‘CANNABIS SATIVA’

Con respecto al ‘Cannabis Sativa’ (Marihuana y hachís), es una droga  que produce unos efectos subjetivos en la persona y que varían mucho dependiendo de múltiples factores. Puede actuar como estimulante (a dosis altas) y como sedante (a dosis bajas).

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¿Qué es el mutismo selectivo?

El mutismo selectivo es un trastorno de la conducta que comienza en la infancia y suele manifestarse o hacerse evidente cuando el niño comienza la Educación Infantil.

La característica principal de este trastorno es la dificultad del niño para interactuar de manera verbal en situaciones determinadas (jardín de infantes, escuela, situaciones sociales…) y con personas concretas (profesores, vecinos…) durante al menos 1 mes.

A pesar de ser un cuadro clínico poco frecuente, pero igualmente importante, causa un impacto negativo muy significativo en el funcionamiento social y académico del niño si no se trata a tiempo o no se hace algo al respecto. Por  tanto, la detección e intervención temprana de esta conducta se considera fundamental para poder ayudar a estos niños, pues, en ocasiones, la ayuda por parte de los profesionales educativos se solicita mucho tiempo después de su aparición y posterior detección.

En el ámbito conductual puede llevar a confusión o malentendidos, puesto que los padres o profesores pueden llegar a pensar que sus hijos o alumnos se comportan de la misma manera en todas las situaciones y que puede ser que el  niño solo sea más introvertido de lo normal.

Para saber si nuestro hijo presenta este problema es importante conocer los siguientes datos, los cuales nos pueden dar una pista de ello:

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