¿Cómo saber si mi hijo necesita apoyo psicológico? Señales de alerta emocional en la infancia

En muchas ocasiones, los padres se preguntan si lo que están observando en sus hijos forma parte del desarrollo normal o si podría estar indicando algo más profundo. La infancia es una etapa de grandes cambios y aprendizajes, pero también puede ser un momento en el que algunos niños experimenten dificultades emocionales o conductuales que requieran ayuda profesional.

Es natural que los niños tengan altibajos, pero hay ciertas señales que pueden indicar que necesitan el apoyo de un psicólogo. Reconocer estos signos a tiempo es fundamental para brindarles el acompañamiento adecuado y prevenir problemáticas mayores en el futuro.

Cambios en el comportamiento: cuando algo no encaja

Uno de los indicadores puede ser un cambio repentino o sostenido en el comportamiento del niño. Por ejemplo:

  • Irritabilidad excesiva, estallidos de ira o agresividad inusual.
  • Aislamiento social: si antes era sociable y de repente no quiere relacionarse ni con amigos ni con familiares.
  • Cambios bruscos en el apetito o en el sueño, como insomnio o pesadillas frecuentes.
  • Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba, como jugar, ir al colegio o ver a sus amigos.

Estos comportamientos pueden estar relacionados con emociones que el niño no sabe cómo expresar, como tristeza, miedo, ansiedad o frustración.

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«Sharenting»: Los Riesgos de Compartir la Vida de Nuestros Hijos en Redes Sociales

El término “Sharenting” es la unión de las palabras en inglés “share” (compartir) y “parenting” (paternidad/crianza) y hace referencia a la publicación por parte de los padres de momentos de la vida de sus hijos/as menores de edad en internet y las redes sociales.

Aunque esta práctica puede parecer inofensiva y puede tener puntos positivos, como construir recuerdos familiares o crear conciencia sobre ciertos temas, también puede tener implicaciones negativas para los niños/as.

Algunas de ellas son:

  • Falta de control sobre lo que publicas: una vez que compartes algo en internet, pierdes el control sobre para qué se usa o quién lo ve. Incluso teniendo un perfil privado las fotos pueden ser descargadas o compartidas.
  • La huella digital: no sabemos lo que puede suponer para el futuro de nuestros hijos estar presentes en internet. Esto puede tener repercusiones en muchos ámbitos de su vida, tanto en sus relaciones personales como en sus futuras oportunidades laborales.
  • Riesgo de seguridad: compartir detalles como la ubicación, el nombre del colegio o actividades que realizan diariamente, puede poner en riesgo la seguridad de los niños/as.
  • Falta de consentimiento: los niños/as, sobre todo los más pequeños, no tienen la capacidad de dar su consentimiento para que su imagen sea publicada en internet y, aunque no se nieguen a salir en una foto o en un video, no son conscientes de todo lo que puede suponer.
  • Limitación de su capacidad de decisión: Publicar detalles de la vida de un niño/a puede limitar su capacidad de decidir qué partes de su vida quiere compartir y cuáles prefiere mantener privadas. Es importante que puedan construir y gestionar su propia identidad en internet de manera autónoma y responsable.
  • Impacto psicológico: al crecer, pueden sentir vergüenza o vulnerabilidad al ver que momentos íntimos de su vida fueron expuestos en redes. También pueden convertirse en objeto de burla o incluso sufrir ciberbullying, lo que les puede afectar mucho emocionalmente.

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Los estilos de apego

El apego es una forma de vinculación que desarrollan los seres humanos a través de las figuras primarias, que tiene una función de supervivencia y ayuda a desarrollar un conjunto de respuestas para poder interactuar en la vida adulta.

En las relaciones padres – hijos se pueden dar distintos tipos de apego. El apego inseguro es la base de la disfunción de las relaciones entre padres e hijos, cuánto más inseguro sea el apego más nivel de insatisfacción existirá. El apego seguro implica saber que se encuentra la relación como un lugar seguro en
donde se satisfacen las necesidades.

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Refuerzos y castigos, ¿Cómo afecta cada uno en la educación de nuestros hijos?

A la hora de educar, siempre el refuerzo positivo suele ser más efectivo que el castigo o el refuerzo negativo. El refuerzo positivo fomenta comportamientos deseados y fortalece la relación, refuerzos tales como elogios, premios, es decir, añadir algo agradable a una conducta deseada. En cambio, el refuerzo negativo puede llevar a confusión sobre lo que se espera y el castigo puede generar miedo o resentimiento.

El refuerzo negativo es la retirada de un estímulo aversivo (algo que no gusta al niño) cuando se presenta un comportamiento deseado, lo que puede motivar al niño a repetir ese comportamiento.

Por esto es mejor centrarse en guiar y motivar al niño a través de métodos constructivos como el refuerzo positivo.

Algunos ejemplos de refuerzo positivo son el refuerzo verbal: elogios, felicitaciones, expresiones de cariño cuando el niño hace algo bien. “Bien hecho” o “Estoy orgulloso de ti”. O las recompensas: pequeños premios como pegatinas, juguetes o tiempo extra de una actividad que le guste al niño, dejarle elegir su postre o comida favorita, etc.

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¿Cómo puede afectar a mi hijo el cambio de colegio?

Cambiar de cole puede suponer un gran cambio en el día a día de nuestros hijos. Como padres, nos puede dar miedo este nuevo desafío para nuestro hijo, aunque debemos saber que existen varias formas en las que podemos ayudar para que el cambio se produzca lo mejor posible. En este artículo se pretenden expresar los aspectos que repercuten en mayor medida a nuestros hijos al llegar a un cole nuevo y la forma en que como padres podemos ayudar a que se adapten de la mejor manera posible.

¿Cómo repercute a nuestros hijos?

La incertidumbre de no saber cómo va a ser el nuevo cole, hace que sea común que experimenten cierto miedo a lo desconocido.

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Las etiquetas y diagnósticos en los menores, ¿sirven de algo?

“Nos han dicho que nuestro hijo padece ansiedad. ¿Qué significa eso? ¿Está enfermo?”

Cuando un médico, un psiquiatra o un psicólogo hace un diagnóstico (depresión, ansiedad, TDAH…), lo que realmente está haciendo es ponerle nombre al conjunto de síntomas que esa persona experimenta. Es decir, le pone una etiqueta que describe el problema, pero en ningún caso lo explica.

En salud mental, se utilizan principalmente dos manuales diagnósticos que clasifican los llamados “trastornos mentales”, estos manuales son el DSM y el CIE, existiendo varias versiones actualizadas en ambos casos. Cada vez que las versiones se actualizan, las categorías cambian.

Sin embargo, aunque estos manuales se han creado en el ámbito médico, los trastornos mentales no pueden considerarse enfermedades, ya que hasta el momento no se han encontrado bases biológicas claras que puedan explicar estos “trastornos”.

Si nos centramos en niños y adolescentes, podemos decir que los trastornos mentales se describen como maneras de entender el mundo, de aprender, de comportarse o de manejar sus propias emociones que, a medio y largo plazo, les generan angustia y problemas en sus actividades diarias.

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¿Cómo comunicar la muerte a nuestros hijos?

Es habitual que los adultos nos encontremos en una situación complicada al tener que comunicar la muerte de un ser querido a nuestros hijos. Tendemos a no hablar de la muerte con los niños para protegerles de ese daño cuando ocultándoles esta información les hacemos aún más daño y les obligamos a buscar en sí mismos las respuestas a una situación que ellos también están viviendo. En realidad es mejor acompañarlos en ella apoyando y guiando su dolor y sus miedos. Ellos vivirán la situación igualmente, pero si ocultamos esta noticia, tendrán que enfrentarse sin información, sin apoyo, sin nadie que escuche sus dudas y preocupaciones, influyendo de manera que su sensación de soledad, sus miedos e inseguridades aumenten. Hablar de las emociones, del dolor, de la pérdida como parte de la vida es primordial para convertirse en adultos emocionalmente sanos. En cambio, si ocultamos con la finalidad de que el dolor no se manifieste, impediremos una gestión emocional saludable.

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¿Cómo conseguir que tu hijo de 2 a 8 años haga caso?

¿Cuántas veces habéis pedido a vuestro hijo que haga algo y este ha ignorado vuestra petición?

Como padres en ocasiones sentimos que nuestros hijos desobedecen a nuestras normas por molestarnos o por rebeldía cuando muchas veces la raíz del problema está en la forma de establecer dichas normas con los más pequeños.

En nuestro mundo de adultos esperamos que cuando pedimos algo la persona que tenemos en frente sea capaz de escuchar y atender a nuestra demanda. Sin embargo, los niños necesitan que estas normas sean expresadas con pequeñas claves que les ayuden a comprender la importancia de nuestras palabras. A continuación se detallan algunos ejemplos con los que quizá os podréis sentir identificados y como resolver estos conflictos:

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¿Sabes lo que son los mandatos familiares?

¿Alguna vez te has preguntado por qué piensas como piensas?

Muchas veces la respuesta no es fácil de contestar, pues hay diversos factores que influyen. Algunos de ellos son: nuestra personalidad, entorno familiar, experiencias que nos hayan marcado a lo largo de la vida. Sin embargo, quizá esta historia os aclare las ideas sobre cómo desde muy jovencitos aprendemos a percibir el mundo y relacionarnos con él sin darnos cuenta.

Os voy a contar la historia de la familia Gutiérrez. Era Noche Buena y como todos los años estaban todos reunidos en casa de la abuela.

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