¿Cuántas veces habéis pedido a vuestro hijo que haga algo y este ha ignorado vuestra petición?
Como padres en ocasiones sentimos que nuestros hijos desobedecen a nuestras normas por molestarnos o por rebeldía cuando muchas veces la raíz del problema está en la forma de establecer dichas normas con los más pequeños.
En nuestro mundo de adultos esperamos que cuando pedimos algo la persona que tenemos en frente sea capaz de escuchar y atender a nuestra demanda. Sin embargo, los niños necesitan que estas normas sean expresadas con pequeñas claves que les ayuden a comprender la importancia de nuestras palabras. A continuación se detallan algunos ejemplos con los que quizá os podréis sentir identificados y como resolver estos conflictos:
Los padres de María describen a su hija como una niña muy despistada a la que hay que estar constantemente recordándole qué tiene que hacer, además suele protestar bastante cuando estos le hacen alguna petición.
Sus padres le dan órdenes como: “maría ¿has hecho ya la cama?”, “pórtate bien”, “¿hoy no te vas a lavar los dientes?”, “se buena”, “no te levantes de ahí, me tienes harta”. Sin embargo, cuando sus padres modificaron la forma de dar órdenes se dieron cuenta que era más eficaz si estas eran breves, claras y específicas. A partir de ese momento se dieron cuenta que María ya no se olvidaba de hacer la cama, ni de lavarse los dientes, pues sus padres le indicaban lo que tenía que hacer con órdenes como: “haz la cama”, “lávate los dientes antes de irte a dormir”, “siéntate en la silla recta”. María no tenía dudas sobre lo que se esperaba de ella ya que sus padres expresaban sus peticiones con un tono asertivo y cariñoso y con proximidad física. Además, daban instrucciones en positivo, evitando las preguntas retoricas y el tono negativo y hostil, lo que hizo que María reaccionara mejor a las peticiones de sus padres en vez de reaccionar con una rabieta u hostilidad.
Jorge es un niño muy inquieto que siempre tiene algo entre manos, le encanta jugar en el parque y los videojuegos. Sin embargo, cuando hay que ponerse a estudiar o hacer alguna tarea que requiera esfuerzo se niega. Sus padres intentan transmitirle la importancia de sus órdenes pero Jorge parece siempre estar ocupado y prestando más atención al ordenador y la televisión.
Cuando evaluamos las ordenes de sus papas, nos dimos cuenta que repetían constantemente las mismas órdenes. Además, cuando Jorge hacía lo que sus padres le habían pedido, estos no reforzaban dicha conducta, pues “es lo que tiene que hacer”. Las recomendaciones que se les explico a los papas ayudaron a que Jorge se mostrara más dispuesto a hacer sus tareas, para ello, se aplicaban avisos sobre lo que tendría que hacer en un futuro como “Jorge, en cinco minutos vamos a cenar, tendrás que lavarte las manos antes”. Así Jorge se preparaba para realizar la conducta deseada por sus padres y no ponía tanta resistencia como antes, pues era consciente de que tendría que cambiar de actividad, pero no inmediatamente, así la transición era más fácil.
Además, aplicaron la regla de “Primero…Luego…”, así Jorge primero hacia lo que debía hacer y luego obtenía una recompensa si realizaba la tarea anterior. Un ejemplo es: “primero hacemos los deberes y luego juegas 30 minutos a la consola”. Por último, los padres dejaron de emitir las órdenes una y otra vez sin éxito y se limitaron a darlas una sola vez y esperar en silencio 5-10 segundos. Si el niño no cumplía la orden se le anticipaba la consecuencia de no cumplir la orden, y en el caso de que no la cumpliera se aplicaba el castigo, donde se le retiraba algún privilegio que tuviera (ver la TV, jugar a la consola, elegir la película de la noche…).
Algunas recomendaciones finales para establecer normas con niños son que ambos padres o cuidadores apliquéis las mismas normas, para no generar confusión en el menor. Además, es importante que una orden la aplique solo una persona, pues al involucrar a más personas desautorizáis a quien aplicó primero la orden. Finalmente, es importante que a la hora de transmitir vuestras órdenes mantengáis la calma y utilicéis un tono cariñoso, no queremos que los más pequeños se sientan atacados, pues ellos también responderán de la misma manera.
Por Raquel Gómez-Pinto Romo