¿Cómo se comporta un niño Síndrome de Down?

Por Virginia Miramón

Si tuviéramos que pensar y describir hoy en día a una persona con síndrome de Down probablemente algunas de las características que usaríamos serían persona con un “buen estado de salud”, una “imagen exterior correcta”, con “hábitos de autonomía conseguidos”, capaz de leer y escribir, que participa en diversos entornos sociales normalizados: escolar, laboral,… y con una discapacidad intelectual leve o moderada, entre otros aspectos.

Atrás queda la idea de personas con sobrepeso, que no se relacionan con el resto del mundo, analfabetas, con una discapacidad intelectual severa o profunda,… Ello ha sido posible gracias a los avances que a lo largo del tiempo se han producido en los distintos campos: médico, educativo, empresarial,…

Y a una creencia sumamente importante: el “efecto pigmalión”: las expectativas que una persona tiene sobre otra influirán en el rendimiento de esta última y acabarán cumpliéndose.

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¿Sabías que las emociones nos ayudan a adaptarnos al ambiente?

Evolutivamente está claro que para los humanos el hecho de experimentar emociones implica un avance con respecto a otra serie de animales que no las tienen. Así en la escala animal, los mamíferos (que poseen una parte en su cerebro que se dedica a las emociones) son animales evolutivamente superiores a los reptiles, por ejemplo (que son dueños de un cerebro mucho más básico).

Sin embargo, a los humanos, muchas veces las emociones nos juegan una mala pasada: no resulta agradable sentir angustia, ni celos, ni tampoco rabia.

Entonces, ¿cuál es el sentido de «sufrir» emociones desagradables?

La clave está en que las emociones en sí, no son buenas ni malas. Todos las tenemos y son increíblemente útiles para nuestra supervivencia. Lo que nos causa contrariedad es la mala gestión que hacemos de nuestras emociones o la interpretación que les damos, muchas veces condicionados por la cultura.

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¿Sabías que los conceptos temporales son los últimos que adquiere un niño?

Mamá, ¿hoy es mañana? Todos los días mi hijo me hace esta pregunta cuando a la hora de acostarnos empezamos a hablar de quién irá a recogerle al colegio al día siguiente.

Si tenéis hijos, estaréis de acuerdo en que este tipo de preguntas relativas al tiempo, a la mañana, la tarde, la noche o al antes y después suscita mucho interés para ellos. Es realmente complicado para un niño comprender la dimensión temporal por varios motivos.

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¿Sabías que se puede enseñar inteligencia emocional en casa?

La inteligencia emocional es un término que se popularizó a raíz del libro de Daniel Goleman, publicado en 1995. Por Inteligencia Emocional se entiende la capacidad de conocer nuestros propios sentimientos y saber gestionar nuestras emociones.La inteligencia emocional se cultiva desde niños y genera autoconfianza y sana autoestima.

La clave para la educación de las emociones son los padres. Ellos pueden ayudar a sus hijos a comprender qué les sucede y qué pueden hacer con sus emociones para que no sean un impedimento en su rendimiento académico o en su adaptación social.

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Educando niños bilingües

Por Paz Velasco

Hace unas semanas me comentaron la posibilidad de contar en primera persona mi experiencia con la educación de mis hijos en un ambiente bilingüe. De primeras pensé, que no tenía tal experiencia…: sí, cierto, vivimos en Bélgica desde hace un año, y mis hijos van a una guardería en francés. Pero aun así pensé que no podía contar nada porque mi hija llegó ya hablando español, y mi hijo todavía no habla nada y llegó siendo un bebé, así que no me veía capaz de «aportar» nada.

Ahora, pensándolo bien, creo que sí que puedo compartir la experiencia con mi hija. Se sale un poco de lo que generalmente te recomiendan y que creo que nos ha ido bien.

Normalmente, te dicen que cuando tus hijos se van a educar en un ambiente bilingüe es importante hablarles exclusivamente en tu lengua materna.

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Ventanas a nuestros niños

Este precioso libro es una perla dentro de la literatura enfocada a terapeutas.

Violet Oaklander es una psicoterapeuta americana crecida dentro de la terapia gestalt, una rama de la práctica terapéutica que podríamos encuadrar dentro de las terapias de la tercera vía. Es decir, su práctica no se encuentra dentro de la psicoterapia cognitivo conductual ni dentro del psicoanálisis sino en un grupo intermedio de terapias que se denominan humanistas.

Las terapias humanistas comparten la creencia en que el ser humano tiende al equilibrio y la salud emocional y el terapueta es un mero acompañante del cliente y un facilitador a la hora de encontrar el camino. Desde esta perspectiva, los síntomas como el estrés, la ansiedad o el insomnio se entienden como señales de un proceso emocional más amplio. Por tanto, no se trata de manera directa únicamente el síntoma sino que además, se trabaja el origen del malestar.

Dentro de las terapias humanistas, la aportación de Violet es de suma importancia dado que no existía literatura respecto a este tipo de terapia aplicada a los niños previa a la publicación de sus libros.

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¿Sabías que las manías dan seguridad a los niños?

Cuando hablamos de manías en los niños nos referimos a comportamientos raros o injustificados que realiza una persona de manera repetitiva. Puede sonar parecido a los tics, de los que ya hemos hablado en otro artículo. Sin embargo, las manías son movimientos más complejos y menos automáticos. No se realizan de una manera tan frecuente o involuntaria.

Ejemplos de manías son: morderse las uñas, meterse el dedo en la nariz, retorcerse el pelo, morderse los labios, separar los distintos ingredientes de un plato antes de comerlos, no pisar sobre las rayas del suelo o contar hasta diez antes de contestar cuando alguien pregunta.

Y, por raras que nos parezcan las de los demás, todos hemos tenido manías, especialmente de niños. Muchas veces las manías nos ayudan a crear hábitos con el tema de la higiene, el vestido o irse a dormir. Son el reflejo del razonamiento lógico que se establece en el pensamiento del niño y aportan tranquilidad y estabilidad.

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¿Sabes qué es el Trastorno por Déficit de Naturaleza?

El término puede sonar exagerado y no se trata de una enfermedad incluída en ninguna clasificación diagnóstica, al menos, de momento. Sin embargo, el autor de esta etiqueta se ha hecho famoso. Richar Louv es periodista y autor de varios libros. En ellos habla de la necesidad de los niños de tener contacto con la naturaleza para poder crecer de manera sana y equilibrada.

Trastornos infantiles tan frecuentes ahora mismo como el TDAH, ansiedad o estrés quedarían explicados por una falta de contacto con la naturaleza.

Es cierto que actualmente la mayoría de los niños nacen en ciudades donde cada vez existen menos espacios verdes.

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¿Sabías que los efectos del estilo de crianza de los padres se observa en los hijos a largo plazo?

Cuando tenemos dudas sobre la crianza y pensamos en si estaremos haciendo algo mal o bien con nuestro hijo, muchas veces su conducta inmediata nos ayuda a entrever la mejor manera de criar. Si notamos que el comportamiento de nuestro hijo o la relación que tenemos con él empeora en un plazo de unas semanas, seguramente, al pararnos a pensar qué sucede, podemos llegar a localizar la causa del deterioro. Podemos ver que últimamente le prestamos menos atención o que el niño está acusando algún cambio de rutinas, colegio o simplemente en los horarios de trabajo de sus padres.

Sin embargo, la mayoría del tiempo no somos conscientes de que el estilo de crianza que adoptamos realmente tiene importancia mucho más allá del momento inmediato. Está claro que establecer desde el principio una relación sana y de confianza ayuda a que todo vaya mejor en el día a día y a medida que los hijos crecen pero existen determinados factores cruciales a tener en cuenta.

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¡No me dejan hacer nada!

Aprovechando las fechas en las que estamos, queríamos recomendar una lectura no para padres sino, para los niños. También porque este es un momento del año en el que los padres nos estresamos especialmente con los compromisos familiares y sociales y muchas veces se nos olvida lo importante: dejar salir a nuestro niño interior y disfrutar del hecho de tener cerca a gente que no vemos en otras épocas del año, dejarse querer y cuidar y sorprendernos con los regalos o las visitas inesperadas.

Así que, como la niña del cuento que proponemos este mes, muchas veces nos sentimos presionados y encorsetados por los compromisos sociales o lo «esperable» culturalmente para esta época.Y se nos olvida que a nuestra salud mental le vendría mejor dejarnos ser más espontáneos.

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