¿Sabías que la desconfianza es un rasgo positivo?

Recientemente se han recibido varios avisos en la capital sobre intentos de secuestro de niños a la salida del colegio. Desgraciadamente, alguno de ellos se ha llevado a cabo y hace pocas semanas pudimos leer en la prensa cómo una niña de 9 años había sido secuestrada durante 5 horas. Al márgen de lo traumático que haya podido resultar para la niña o de las intenciones del secuestro, lo cierto es que había habido varios intentos previos en la misma zona y en otras cercanas.

Muchos padres alarmados se preguntan ¿cómo se pueden prevenir estas situaciones? ¿cómo hacer comprender a los niños que no deben hacer caso a los extraños?

Lo cierto es que nos pasamos gran parte del tiempo forzando a nuestros hijos a que cumplan con unos estándares culturales que no les apetecen demasiado: que hablen a adultos que no conocen mucho, que den besos aunque no quieran, que no lloren cuando les dejamos en un sitio poco conocido, que no se escondan detrás nuestro cuando se acerca alguien nuevo, etc.

Muchas veces no nos damos cuenta de la importancia que tiene ese instinto de protección primario que es el miedo ante los extraños. Los niños empiezan a «extrañar» en torno a los 8/9 meses de edad. Ahí, justo antes de empezar a caminar y desplazarse por sí solos, es cuando el instinto de supervivencia les alerta de lo peligroso que puede resultar separarse de su cuidador o figura de referencia. Durante un tiempo, nos parece razonable que un bebé muestre estas conductas pero llegada una edad -lo más habitual es entre los 2 y 3 años- nos resulta tedioso un niño que sigue apegándose a nosotros ante situaciones extrañas o novedosas. Es entonces cuando decidimos empezar a forzar estas normas de cortesía que harán a nuestros niños parecer bien educados.

Y es razonable exigir un comportamiento social más adaptativo a nuestros hijos a medida que crecen pero hay que tener en cuenta que la desconfianza es un rasgo que puede resultar muy valioso ante situaciones de peligro.

¿Cómo hacer entonces para conseguir instaurar unas normas de cortesía sin menoscabar el instinto de protección del menor?

Ante todo, respetando los tiempos de nuestro hijo. Podemos pedirle que salude a amigos nuestros cuando llegan, pero no exigirlo.

Acompañarles en el acto del saludo, construir la frase para ellos y siempre darles el tiempo que necesiten para tomar confianza.

Sirviendo de modelo para ellos. Los niños van a aprender las normas de cortesía de nosotros. Si nosotros saludamos y damos besos, ellos lo harán también. Con más probabilidad, cuando nosotros no estemos delante (por ejemplo, en el colegio).

Hay que pedir respeto a los otros adultos que rodean a nuestro hijo. Si al entrar en un casa nueva, el niño no quiere despegarse de nosotros, flaco favor les hace la tía o prima con quien no tienen confianza arrancándolo de nuestro lado.

No ridiculizar al niño porque no quiera saludar o hablar ante un extraño.

Explicarles de una manera clara y sencilla que está bien saludar y ser amable pero siempre y cuando ellos se sientan bien haciéndolo.

Si forzamos demasiado que el niño desoiga su instinto de protección, puede perder el punto de referencia interno de cuándo fiarse o no de alguien a quien no conoce.

2 comentarios en «¿Sabías que la desconfianza es un rasgo positivo?»

Deja un comentario