Poner límites: un acto de amor y cuidado

Uno de los temas que más dudas, inquietudes y, a veces, culpa genera en madres, padres y cuidadores, es el de los límites. ¿Estoy siendo demasiado estricto? ¿Y si soy demasiado flexible? ¿Cómo saber si lo estoy haciendo bien?

Es importante pararse a pensar y encuadrar los límites en la infancia, ya que educar a un niño o una niña no es tarea sencilla. Siempre hay que tratar de hacerlo desde el respeto, la contención y el vínculo positivo.

¿Qué son los límites?

Los límites son normas claras y coherentes que marcan lo que está permitido y lo que no. No se trata de castigos ni de autoritarismo, sino de estructuras que ayudan a los niños a sentirse seguros, comprendidos y acompañados.

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Las rabietas, ¿por qué aparecen y cómo manejarlas?

Antes de hablar directamente de rabietas, es importante comprender el papel de las emociones. Las emociones no son un “error del sistema”, al contrario, son parte esencial de nuestra evolución como especie. Son mecanismos adaptativos que nos ayudan a responder mejor a nuestro entorno. La emoción se desencadena por un suceso externo y nos proporciona información sobre nuestro entorno, ayudándonos a adaptar nuestra conducta. Cada emoción, incluso las más incómodas como el enfado o el miedo, tiene una función específica. 

Las emociones básicas: alegría, tristeza, miedo y enfado, aparecen en todos los seres humanos desde una edad muy temprana. Por ejemplo: 

  • La alegría facilita el vínculo con los demás.
  • La tristeza invita a la introspección y al recogimiento emocional.
  • El miedo es una emoción de protección, nos alerta del peligro y nos ayuda a sobrevivir.
  • El enfado, por su parte, tiene una función de defensa: permite poner límites y expresar que algo no está bien para nosotros. 

Cuando un niño tiene una rabieta, lo que está sucediendo es que alguna de estas emociones ha alcanzado un nivel de activación muy alto. No es simplemente una “mala conducta” o un “capricho”, sino una manifestación intensa y aún inmadura de su mundo emocional. 

Una forma muy útil de entender lo que le pasa a un niño durante una rabieta es imaginar una ola emocional.

Las emociones no son estáticas; suben, se intensifican y, con el tiempo, bajan. Cuando una emoción se activa, el cuerpo y el cerebro del niño se preparan para reaccionar. Esa activación, sin embargo, no desaparece inmediatamente, sino que necesita tiempo para calmarse de forma natural. 

Mientras que el pico de la emoción puede surgir en cuestión de segundos, el retorno a la calma puede tardar varios minutos o incluso más. Esta diferencia temporal es importante, porque muchas veces los adultos esperamos una recuperación emocional inmediata, sin entender que fisiológicamente esto no es posible. 

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Entre cuentos y juegos: claves para el bienestar emocional y el desarrollo psicológico de niños y adolescentes

En la rutina diaria, entre el trabajo, las responsabilidades del hogar y las pantallas, es fácil olvidar la importancia de compartir tiempo de calidad con los hijos. Sin embargo, jugar, contar historias y conectar con ellos no solo fortalece el vínculo familiar, sino que también
tiene un impacto positivo en su desarrollo emocional, social y cognitivo.

El juego como lenguaje del niño

  • El juego es una actividad libre, creativa y dinámica para los niños, en donde refuerzan aspectos como las normas comportamentales, negociación, socialización, estimulación y funciones propias de estas primeras etapas del desarrollo y que son
    necesarias para la adultez.
  • A través de esta actividad se permite que el niño entre en contacto con el medio que le rodea explorándolo, comprendiéndolo y asimilándolo, lo que le ayudará a la resolución de conflictos y fomentar su espontaneidad.
  • Los niños se expresan a través del juego, permitiendo que los padres comprendan mejor sus emociones, preocupaciones y alegrías.
  • Jugar con ellos es una forma de entrar en su mundo y conocer lo que les interesa y preocupa.

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¿Cómo influye la relación de pareja en el desarrollo de los hijos?

La relación de pareja de los padres es un pilar fundamental en la vida de un niño. No solo es el modelo principal de interacción entre adultos, sino que también influye en su bienestar emocional, social y psicológico. Un ambiente familiar armonioso puede fomentar la seguridad y el desarrollo saludable del niño, mientras que una relación conflictiva puede generar estrés, ansiedad e incluso problemas de conducta. En este artículo, exploraremos cómo la relación de pareja de los padres impacta en sus hijos y qué aspectos deben considerarse para garantizar su bienestar.

El vínculo emocional y la seguridad del niño

Desde edades tempranas, los niños buscan seguridad en su entorno familiar. Los padres no solo brindan protección física, sino que también son su primera fuente de estabilidad emocional.

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Cómo influyen las nuevas tecnologías en el desarrollo infantil

Vivimos en un mundo donde la tecnología está presente en cada rincón de nuestro día a día. Como padres, es normal preguntarse cómo afecta esto al desarrollo de los hijos. Queremos lo mejor para ellos, pero a veces nos vemos atrapados entre la comodidad que ofrecen las pantallas y la preocupación por sus posibles efectos negativos.

El Cerebro de los hijos y las pantallas

El cerebro de los niños está en plena construcción. En este proceso, hay tres niveles esenciales que se desarrollan de forma progresiva:

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¿Cómo podemos identificar las emociones?

Enseñar a nuestros hijos qué son las emociones, cómo se sienten y por qué es bueno conocerlas, es un paso importante para un buen desarrollo psicosocial.

Si partimos desde el principio, entendemos que los niños no tienen ningún conocimiento sobre las emociones y lo ideal sería empezar con una explicación sencilla dando una definición simple. Por ejemplo: “las emociones son lo que sentimos cuando nos pasan cosas, a veces nos sentimos bien con ellas y otras no tanto”.

Continuaremos después de esta explicación, presentando las emociones básicas para diferenciar las que nos hacen sentir bien y con las que nos sentimos mal. Las emociones primarias son las más fáciles de entender y a través de ejemplos haremos el proceso de aprendizaje más sencillo.

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Celos infantiles tras el nacimiento de un hermano

Los celos son emociones naturales que surgen cuando un niño siente que las personas más importantes en su vida, como sus padres o cuidadores, no le están dando la atención o el cariño que necesita o espera. Aunque estas emociones son comunes y forman parte del desarrollo infantil, pueden ser especialmente intensas cuando nace un nuevo hermano. En este contexto, es esencial que los padres comprendan cómo gestionar estos sentimientos y ayuden a sus hijos a adaptarse de forma saludable a esta nueva realidad familiar.

Uno de los escenarios más frecuentes en los que aparecen los celos infantiles es cuando el hermano mayor, que hasta entonces ha sido el centro de atención, debe compartir su espacio emocional con el nuevo miembro de la familia. Este proceso, a menudo denominado «el príncipe destronado», puede generar inseguridades en el niño mayor, que pasa de ser el único receptor del cariño y la atención de sus padres a tener que compartirlos con el recién nacido. El niño mayor puede interpretar la llegada del nuevo hermano como una amenaza, lo que puede derivar en la aparición de comportamientos de celos.

El nacimiento de un hermano conlleva cambios significativos para toda la familia. Además de la atención que se redistribuye, se alteran las rutinas diarias, los horarios, la disposición de las habitaciones e incluso los tipos de planes familiares. Este cúmulo de transformaciones puede generar estrés y ansiedad en el niño mayor, que, de repente, debe adaptarse a una dinámica completamente nueva.

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«Sharenting»: Los Riesgos de Compartir la Vida de Nuestros Hijos en Redes Sociales

El término “Sharenting” es la unión de las palabras en inglés “share” (compartir) y “parenting” (paternidad/crianza) y hace referencia a la publicación por parte de los padres de momentos de la vida de sus hijos/as menores de edad en internet y las redes sociales.

Aunque esta práctica puede parecer inofensiva y puede tener puntos positivos, como construir recuerdos familiares o crear conciencia sobre ciertos temas, también puede tener implicaciones negativas para los niños/as.

Algunas de ellas son:

  • Falta de control sobre lo que publicas: una vez que compartes algo en internet, pierdes el control sobre para qué se usa o quién lo ve. Incluso teniendo un perfil privado las fotos pueden ser descargadas o compartidas.
  • La huella digital: no sabemos lo que puede suponer para el futuro de nuestros hijos estar presentes en internet. Esto puede tener repercusiones en muchos ámbitos de su vida, tanto en sus relaciones personales como en sus futuras oportunidades laborales.
  • Riesgo de seguridad: compartir detalles como la ubicación, el nombre del colegio o actividades que realizan diariamente, puede poner en riesgo la seguridad de los niños/as.
  • Falta de consentimiento: los niños/as, sobre todo los más pequeños, no tienen la capacidad de dar su consentimiento para que su imagen sea publicada en internet y, aunque no se nieguen a salir en una foto o en un video, no son conscientes de todo lo que puede suponer.
  • Limitación de su capacidad de decisión: Publicar detalles de la vida de un niño/a puede limitar su capacidad de decidir qué partes de su vida quiere compartir y cuáles prefiere mantener privadas. Es importante que puedan construir y gestionar su propia identidad en internet de manera autónoma y responsable.
  • Impacto psicológico: al crecer, pueden sentir vergüenza o vulnerabilidad al ver que momentos íntimos de su vida fueron expuestos en redes. También pueden convertirse en objeto de burla o incluso sufrir ciberbullying, lo que les puede afectar mucho emocionalmente.

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Refuerzos y castigos, ¿Cómo afecta cada uno en la educación de nuestros hijos?

A la hora de educar, siempre el refuerzo positivo suele ser más efectivo que el castigo o el refuerzo negativo. El refuerzo positivo fomenta comportamientos deseados y fortalece la relación, refuerzos tales como elogios, premios, es decir, añadir algo agradable a una conducta deseada. En cambio, el refuerzo negativo puede llevar a confusión sobre lo que se espera y el castigo puede generar miedo o resentimiento.

El refuerzo negativo es la retirada de un estímulo aversivo (algo que no gusta al niño) cuando se presenta un comportamiento deseado, lo que puede motivar al niño a repetir ese comportamiento.

Por esto es mejor centrarse en guiar y motivar al niño a través de métodos constructivos como el refuerzo positivo.

Algunos ejemplos de refuerzo positivo son el refuerzo verbal: elogios, felicitaciones, expresiones de cariño cuando el niño hace algo bien. “Bien hecho” o “Estoy orgulloso de ti”. O las recompensas: pequeños premios como pegatinas, juguetes o tiempo extra de una actividad que le guste al niño, dejarle elegir su postre o comida favorita, etc.

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La resiliencia infantil: una consecuencia de los buenos tratos a los niños y niñas y a los adolescentes

Diferentes investigaciones señalan que algunos niños, niñas y adolescentes resisten mejor las adversidades, la enfermedad e incluso contextos dañinos o malos tratos. Este fenómeno se conoce como resiliencia, esto es, “la capacidad de una persona o grupo para desarrollarse bien, para seguir proyectándose en el futuro, a pesar de los acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves” (Manciaux, M., Vanistendael, S, Lecomte, J. y Cyrulnik, B., 2003).

 

La resiliencia infantil tiene que ver sobre todo con los vínculos afectivos que los adultos son capaces de ofrecerles a través del proceso del apego. La resiliencia no es algo innato y que solo unos pocos tienen la fortuna de nacer con ella, sino que emerge de la relación del niño o niña con su entorno, el entorno humano, lo que convierte a este fenómeno en un proceso y no en una respuesta inmediata a la adversidad.

 

Las fuentes de la resiliencia infantil, según el modelo ecosistémico, proceden de:

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