Más que un peluche: el objeto transicional

Un peluche o manta puede parecer un simple objeto, pero para muchos niños puede significar mucho más, pudiendo convertirse en un compañero emocional que les brinda consuelo y seguridad en momentos difíciles. Esto es a lo que llamamos un objeto transicional, es decir, un objeto al cual el niño atribuye un valor afectivo especial. Puede ser cualquier cosa que le dé seguridad o le ofrezca consuelo cuando las figuras de apego no están presentes.

Como define Winnicott:

un objeto transicional puede servir como puente entre la dependencia infantil y la búsqueda de autonomía emocional ya que ayuda al niño a sentirse seguro y regular sus emociones cuando sus cuidadores no están.  (Newson et al., 1992).

Estos objetos también pueden vincularse al comportamiento. Distintos estudios sugieren que el vínculo que el niño crea con su objeto transicional reflejan a la vez que modulan ciertas características temperamentales (Singer & Singer, 1990).

¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes de utilizar este tipo de objetos?

Que tu hijo tenga un objeto transicional puede ser positivo para su desarrollo emocional ya que pueden ayudar a manejar al ansiedad en situaciones de separación como cuando van a la guardería cuando duermen solos (Litt, 1986). Es decir, favorecen la autonomía emocional: el niño aprende a calmarse sin depender siempre de los adultos, lo que facilita una mejor adaptación a experiencias novedosas o estresantes.

Los objetos transicionales también tienen otros aspectos positivos además de brindar seguridad, por ejemplo, fomentar la creatividad y la imaginación. Los más pequeños utilizan estos objetos para representar emociones y crear historias de mundos imaginarios, fomentando así la expresión emocional de forma lúdica.

A pesar de todos estos aspectos positivos, es necesario tener en cuenta que un uso excesivo y muy duradero puede hacer que el niño sólo se calme en presencia de dicho objeto lo que puede hacer que no busque otras formas de manejo emocional, pudiendo necesitar apoyo para desarrollarlas (Vehkalahti, 2009).

Si tu hijo o hija se aferra mucho a su manta o peluche, podría ser una señal de que todavía necesita ayuda para sentirse seguro o manejar algunas preocupaciones.

¿A qué edad es habitual que los usen?

En los primeros tres años del niño, lo ideal sería dejar que sea el pequeño el que escoja libremente su objeto. Durante esta etapa no es necesario retirar el objeto, ya que proporcionan seguridad y apoyo emocional.

Entre los tres y los seis años, los objetos transicionales siguen siendo importantes, pero es el momento de empezar a aprender y fomentar estrategias de regulación emocional alternativas (lo que no significa que debamos retirar el objeto transicional). Hablar de lo que sienten o aprender a respirar con calma pueden ser estrategias útiles.

Este tipo de objetos resultan una herramienta útiles ya que puede permitir que el niño sea más proactivo a abrirse a nuevas experiencias, pero lo ideal es que también utilice otras formas de regulación emocional alternativas.

Es importante que no retiremos el objeto transicional de forma abrupta y repentina. Cuando llegue el momento, la retirada debe ser gradual.

 

Por tanto, podemos decir que los objetos transicionales pueden ser herramientas útiles para el desarrollo y la regulación emocional, ayudando a los más pequeños a sentirse más seguros y a calmarse. Como padres, nuestro rol consiste en acompañar, enseñar y ayudar en la transición de la dependencia infantil a la autonomía personal.

Por Paula Ferreiro Blanco

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