¿Sabías que las manías dan seguridad a los niños?

Cuando hablamos de manías en los niños nos referimos a comportamientos raros o injustificados que realiza una persona de manera repetitiva. Puede sonar parecido a los tics, de los que ya hemos hablado en otro artículo. Sin embargo, las manías son movimientos más complejos y menos automáticos. No se realizan de una manera tan frecuente o involuntaria.

Ejemplos de manías son: morderse las uñas, meterse el dedo en la nariz, retorcerse el pelo, morderse los labios, separar los distintos ingredientes de un plato antes de comerlos, no pisar sobre las rayas del suelo o contar hasta diez antes de contestar cuando alguien pregunta.

Y, por raras que nos parezcan las de los demás, todos hemos tenido manías, especialmente de niños. Muchas veces las manías nos ayudan a crear hábitos con el tema de la higiene, el vestido o irse a dormir. Son el reflejo del razonamiento lógico que se establece en el pensamiento del niño y aportan tranquilidad y estabilidad.

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¿Sabías que los Tics son muy frecuentes en la infancia?

Los tics son movimientos involuntarios que implican varios grupos musculares y sin motivo aparente. Hablamos de tics funcionales cuando no tienen un origen neurológico. Quitando casos más graves como puede ser el Síndrome de la Tourette, la gran mayoría de tics que observamos en la infancia son pasajeros y, a persar de lo que podamos pensar, son bastante frecuentes.

Un tic puede ser parpadear excesivamente, carraspear, frotarse los dedos, hacer una mueca con la boca o dejar los ojos en blanco.

Estos tics se consideran fruto de la ansiedad y el estrés y, en general, se pueden observar en niños que son bastante autoexigentes. Es una manera de canalizar la ansiedad o responden a movimientos que en principio tuvieron su utilidad pero que luego se repiten de manera compulsiva sin finalidad ninguna.

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¿Sabes qué es el Trastorno por Déficit de Naturaleza?

El término puede sonar exagerado y no se trata de una enfermedad incluída en ninguna clasificación diagnóstica, al menos, de momento. Sin embargo, el autor de esta etiqueta se ha hecho famoso. Richar Louv es periodista y autor de varios libros. En ellos habla de la necesidad de los niños de tener contacto con la naturaleza para poder crecer de manera sana y equilibrada.

Trastornos infantiles tan frecuentes ahora mismo como el TDAH, ansiedad o estrés quedarían explicados por una falta de contacto con la naturaleza.

Es cierto que actualmente la mayoría de los niños nacen en ciudades donde cada vez existen menos espacios verdes.

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¿Sabías que los efectos del estilo de crianza de los padres se observa en los hijos a largo plazo?

Cuando tenemos dudas sobre la crianza y pensamos en si estaremos haciendo algo mal o bien con nuestro hijo, muchas veces su conducta inmediata nos ayuda a entrever la mejor manera de criar. Si notamos que el comportamiento de nuestro hijo o la relación que tenemos con él empeora en un plazo de unas semanas, seguramente, al pararnos a pensar qué sucede, podemos llegar a localizar la causa del deterioro. Podemos ver que últimamente le prestamos menos atención o que el niño está acusando algún cambio de rutinas, colegio o simplemente en los horarios de trabajo de sus padres.

Sin embargo, la mayoría del tiempo no somos conscientes de que el estilo de crianza que adoptamos realmente tiene importancia mucho más allá del momento inmediato. Está claro que establecer desde el principio una relación sana y de confianza ayuda a que todo vaya mejor en el día a día y a medida que los hijos crecen pero existen determinados factores cruciales a tener en cuenta.

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¿Sabías que la dislexia es el resultado de una mala conectividad neuronal?

Como ya hemos comentado en muchos artículos, un buen desarrollo motor asegura un óptimo funcionamiento cerebral ya que promueve una adecuada arquitectura neuronal. Esto, que puede resultar increíble, no lo es. Un nuevo estudio confirma lo que ya muchos terapeutas usan y ponen en práctica y que es uno de los puntos definitorios de nuestro gabinete.

La psicomotricidad es el primer paso en el desarrollo evolutivo de cualquier niño y posibilita el florecimiento de habilidades superiores típicamente humanas como son la comunicación y el razonamiento lógico-deductivo.

Segun el estudio de la Universidad de Lovaina, lo que falla en el cerebro de un niño disléxico no es la representación mental de los fonemas, como hasta ahora se pensaba, sino la menor conectividad de las distintas áreas implicadas en el reconocimiento y expresión del lenguaje en comparación con sujetos que no presentan dislexia. Es decir, el almacén de los sonidos del habla, funciona igual de bien en niños disléxicos que en niños no disléxicos pero aquellos que decimos que padecen dislexia tienen una peor conectividad neuronal.

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¿Sabias que existe una escucha ósea y otra aérea?

Todos los bebés llegan al mundo dotados con un paquete de reflejos primitivos que aseguran su supervivencia y unos canales de comunicación que permiten conectar lo que ocurre dentro de ellos con lo que ocurre fuera. Esto también es vital para su supervivencia dado que el organismo necesita conocer lo que ocurre fuera para adaptarse y, al mismo tiempo, conocer lo que ocurre dentro para poder actuar sobre el ambiente y conseguir lo que precisa.

Estos canales de comunicación son lo que denominamos sentidos. Y no todos están igual de maduros en el momento del parto.

El sentido auditivo se desarrolla desde el tercer mes de embarazo. El sistema visual, por ejemplo, es todavía inmaduro al nacer.

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¿Sabías que dormir la siesta mejora el aprendizaje en los niños de infantil?

Sabemos, por muchos estudios en adultos, que el sueño ayuda a consolidar aprendizaje. Pero poco se conocía de dicho efecto en los niños.

Según un estudio publicado en la revista PNAS, los niños de edad preescolar se benefician de este efecto en sus horas de siesta.

Las horas de siesta ayudan en algo fundamental para el aprendizaje: la consolidación de la memoria.

En el estudio, se entrenaba a los niños en una tarea de competencia visoespacial similar al «memory». Después la mitad del grupo dormía una siesta mientras que a la otra mitad se le dejaba jugar tranquilos durante el mismo tiempo.

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¿Sabías que hasta los cuatro años el niño es especialmente sensible al desarrollo del lenguaje?

Tenemos claro que la infancia es un periodo crítico para el aprendizaje ya que los bebés de ser humano nacen muy inmaduros y les espera por delante muchos años en los que todo será nuevo para ellos.

Esta inmadurez facilita también su adaptación. Y aunque todos nacemos iguales es cierto que, en torno a los dos o tres años, ya hablamos el lenguaje de quienes interaccionan con nosotros sea éste cual sea.

Un bebé tiene la misma predisposición para aprender chino, holandés, griego o zulú.

Que finalmente termine hablando un idioma u otro tiene que ver casi exclusivamente con los estímulos del ambiente.

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¿Sabías que la memoria corporal es el recuerdo que queda en casos de estrés postraumático?

Seguro que alguna vez os ha pasado descubrir un moratón en la pierna, no saber de qué puede ser y, al daros otra vez un golpe en el mismo lugar, os viene a la mente el recuerdo de cuándo os lo hicisteis por primera vez.

O no recordáis exactamente cómo se hace algo (por ejemplo, enrollar una tienda de campaña) y, al hacerlo, vuestro cuerpo solo os va indicando cuál es el siguiente movimiento.

Esa es la memoria corporal. Aquella que no necesariamente va unida a la palabra: son recuerdos que no podemos explicar o detallar. Y tampoco necesariamente va unida a la consciencia: ni siquiera sabemos que lo sabemos.

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¿Sabías que los miedos pueden deberse al propio desarrollo?

Cuando trabajas con niños, es muy frecuente escuchar a los padres decir: «mi hijo nunca ha sido nada inseguro o miedoso y ahora de repente…»

Y es que los niños nunca hacen algo, hasta que de pronto un día lo hacen. Y es que tenemos que tener en cuenta que un niño está sometido a muchos cambios físicos, químicos, psicológicos y su comportamiento es mucho más voluble y variable que el de un adulto.

Los niños siguen un patrón de comportamiento poco estable en el tiempo.

Primero porque la referencia o «linea base» de la que partimos implica un periodo corto de tiempo. Así aunque nos dé la sensación de que lleva tooooda la vida comportándose de una determinada manera, eso puede suponer no más de 2, 3 o 4 años.

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