¿Sabías que el bilingüismo potencia la inteligencia?

En un mundo cada vez más globalizado, con una gran movilidad geográfica de los habitantes, el bilingüismo es un hecho que ha dejado de ser aislado para convertirse en no sólo frecuente, sino buscado deliberadamente.

Y es que como padres, una de las cuestiones que más nos preocupa en la educación de nuestros hijos es el aprendizaje de más de una lengua. Sabemos que eso va a favorecer sus posibilidades laborales en un mundo competitivo donde es importante distinguirse.

Así pues, la moda del bilingüismo hace ya tiempo que llegó a las escuelas. Sin embargo, hasta no hace mucho tiempo no estaban claras las consecuencias intelectuales de crecer conociendo más de una lengua. Se pensaba que aquellas personas que crecían en entornos multilingües tenían mayores dificultades académicas. 

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Educando niños bilingües

Por Paz Velasco

Hace unas semanas me comentaron la posibilidad de contar en primera persona mi experiencia con la educación de mis hijos en un ambiente bilingüe. De primeras pensé, que no tenía tal experiencia…: sí, cierto, vivimos en Bélgica desde hace un año, y mis hijos van a una guardería en francés. Pero aun así pensé que no podía contar nada porque mi hija llegó ya hablando español, y mi hijo todavía no habla nada y llegó siendo un bebé, así que no me veía capaz de «aportar» nada.

Ahora, pensándolo bien, creo que sí que puedo compartir la experiencia con mi hija. Se sale un poco de lo que generalmente te recomiendan y que creo que nos ha ido bien.

Normalmente, te dicen que cuando tus hijos se van a educar en un ambiente bilingüe es importante hablarles exclusivamente en tu lengua materna.

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¿Sabías que hasta los cuatro años el niño es especialmente sensible al desarrollo del lenguaje?

Tenemos claro que la infancia es un periodo crítico para el aprendizaje ya que los bebés de ser humano nacen muy inmaduros y les espera por delante muchos años en los que todo será nuevo para ellos.

Esta inmadurez facilita también su adaptación. Y aunque todos nacemos iguales es cierto que, en torno a los dos o tres años, ya hablamos el lenguaje de quienes interaccionan con nosotros sea éste cual sea.

Un bebé tiene la misma predisposición para aprender chino, holandés, griego o zulú.

Que finalmente termine hablando un idioma u otro tiene que ver casi exclusivamente con los estímulos del ambiente.

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