Los padres también tenemos necesidades

La mamá de Leo (3 años) y Emma (4 meses)

He de reconocerlo, no soy una madre abnegada; yo también tengo mis necesidades.

Desde el día 1 del nacimiento de mis hijos he compartido la maternidad/paternidad con mi pareja más o menos al 50%, cometiendo ambos muchos errores (como corresponde a todo padre/madre primerizo) pero dando ambos lo mejor de nosotros mismos. Eso sí, con un límite: ese que te permite enseñar a tus retoños que los demás también tienen sus necesidades.

Cuando Maslow (Abraham Maslow,1943, «A Theory of Human Motivation«) en su pirámide de necesidades, hace una jerarquización de éstas en 5 niveles y llama a los cuatro primeros niveles “necesidades de deficit”, quiere decir que estos primeros niveles son necesarios para no sufrir ciertas carencias o padecer determinadas patologías como depresión, alienación, invalidez emocional….

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¿Sabías que el aburrimiento es el gérmen de la creatividad?

El aburrimiento es una sensación que podríamos llamar desagradable, que nos hace sentir que perdemos el tiempo cuando no tenemos algo que nos distraiga o entretenga. Y, por regla general, tendemos a evitarlo realizando todo tipo de actividades o pasatiempos.

Muchas veces nos asusta el hecho de que nuestros hijos se aburran porque esto puede hacer que su comportamiento sea difícil: se ponen nerviosos, quejosos, interrumpen más, se muestran desobedientes y se dedican a realizar tareas que no hacen en otras circunstancias. Y ahí está la clave.

Cuando un niño está aburrido, tras un primer momento de queja, suele buscar solución a su aburrimiento inventando nuevos juegos o entretenimientos.

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¿Sabías que los niños suelen portarse peor en las vacaciones?

El «efecto vacaciones» es bien conocido por maestros y profesores. No hay más que acercarse  a un colegio a principios de septiembre para escuchar a cualquier tutor de aula diciendo que los niños están ingobernables, que han vuelto muy revolucionados del verano o que no hacen ningún caso. Y el tema se repite a lo largo del año escolar tras las interrupciones de Navidad o Semana Santa. Este efecto se nota incluso en aquellos alumnos más revoltosos tras la vuelta de cada fin de semana. Los lunes suelen ser días más difíciles para estos niños.

También los padres son conscientes de este fenómeno. En cuanto los niños no tienen que ir al colegio se nota que les cuesta más seguir las normas y los horarios.

Pero, ¿por qué sucede?

¿Acaso los niños deciden aguantar sus ganas de portarse mal hasta que están en casa? o ¿será que todas las profesoras/es tienen más mano con los niños que sus propios padres?

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Tener un segundo hijo

Una mamá de dos

Si me pongo a comparar a mis dos hijos, Mario fue igual de deseado que Berta, pero hasta ahí llegan las similitudes; todo lo relacionado con él (segundo embarazo, segundo parto, segunda crianza,…) se parece en casi nada a lo que ocurrió con nuestra primera hija.

Cuando tenemos el primer hijo nos estrenamos como padres y por mucho que hayamos leído o nos hayan contado, vamos a ciegas, dudando, experimentando, probando,… los primeros hijos son fruto del ensayo y error.

Por lo que cuando llega el segundo, ya nada es igual, como me dijeron hace unos días,

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¿Cómo se comporta un niño Síndrome de Down?

Por Virginia Miramón

Si tuviéramos que pensar y describir hoy en día a una persona con síndrome de Down probablemente algunas de las características que usaríamos serían persona con un “buen estado de salud”, una “imagen exterior correcta”, con “hábitos de autonomía conseguidos”, capaz de leer y escribir, que participa en diversos entornos sociales normalizados: escolar, laboral,… y con una discapacidad intelectual leve o moderada, entre otros aspectos.

Atrás queda la idea de personas con sobrepeso, que no se relacionan con el resto del mundo, analfabetas, con una discapacidad intelectual severa o profunda,… Ello ha sido posible gracias a los avances que a lo largo del tiempo se han producido en los distintos campos: médico, educativo, empresarial,…

Y a una creencia sumamente importante: el “efecto pigmalión”: las expectativas que una persona tiene sobre otra influirán en el rendimiento de esta última y acabarán cumpliéndose.

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¿Sabías que se puede enseñar inteligencia emocional en casa?

La inteligencia emocional es un término que se popularizó a raíz del libro de Daniel Goleman, publicado en 1995. Por Inteligencia Emocional se entiende la capacidad de conocer nuestros propios sentimientos y saber gestionar nuestras emociones.La inteligencia emocional se cultiva desde niños y genera autoconfianza y sana autoestima.

La clave para la educación de las emociones son los padres. Ellos pueden ayudar a sus hijos a comprender qué les sucede y qué pueden hacer con sus emociones para que no sean un impedimento en su rendimiento académico o en su adaptación social.

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Educando niños bilingües

Por Paz Velasco

Hace unas semanas me comentaron la posibilidad de contar en primera persona mi experiencia con la educación de mis hijos en un ambiente bilingüe. De primeras pensé, que no tenía tal experiencia…: sí, cierto, vivimos en Bélgica desde hace un año, y mis hijos van a una guardería en francés. Pero aun así pensé que no podía contar nada porque mi hija llegó ya hablando español, y mi hijo todavía no habla nada y llegó siendo un bebé, así que no me veía capaz de «aportar» nada.

Ahora, pensándolo bien, creo que sí que puedo compartir la experiencia con mi hija. Se sale un poco de lo que generalmente te recomiendan y que creo que nos ha ido bien.

Normalmente, te dicen que cuando tus hijos se van a educar en un ambiente bilingüe es importante hablarles exclusivamente en tu lengua materna.

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¿Sabías que las manías dan seguridad a los niños?

Cuando hablamos de manías en los niños nos referimos a comportamientos raros o injustificados que realiza una persona de manera repetitiva. Puede sonar parecido a los tics, de los que ya hemos hablado en otro artículo. Sin embargo, las manías son movimientos más complejos y menos automáticos. No se realizan de una manera tan frecuente o involuntaria.

Ejemplos de manías son: morderse las uñas, meterse el dedo en la nariz, retorcerse el pelo, morderse los labios, separar los distintos ingredientes de un plato antes de comerlos, no pisar sobre las rayas del suelo o contar hasta diez antes de contestar cuando alguien pregunta.

Y, por raras que nos parezcan las de los demás, todos hemos tenido manías, especialmente de niños. Muchas veces las manías nos ayudan a crear hábitos con el tema de la higiene, el vestido o irse a dormir. Son el reflejo del razonamiento lógico que se establece en el pensamiento del niño y aportan tranquilidad y estabilidad.

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