El método canguro y los primeros minutos de vida

En los últimos años se ha hecho especial hincapié en los cuidados y el buen desarrollo del niño desde el momento en que nace. Pediatras y matronas nos dan pautas útiles para tratar de la mejor manera posible las primeras etapas del bebé, pero… ¿estamos obviando los aspectos más vitales?

Nils Bergman, investigador honorario en la Universidad de Ciudad del Cabo, afirmó hace ya unos años que “los mil primeros minutos de vida determinan la salud y el desarrollo para toda la existencia”. Después de sus tareas misioneras en uno de los países más pobres del mundo, Bergman pudo comprobar que los niños prematuros que entraban en contacto piel con piel con la madre tras el parto conseguían sobrevivir en mayor medida que aquellos que eran separados al nacer para ser atendidos. A través de este hecho se vio que, mediante el contacto inmediato con la madre, los bebés conseguían regular su temperatura corporal y ritmo cardíaco más rápido y de forma más exitosa.

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Gemelos, ¿juntos o separados en clase?

Hace unas semanas recibimos una llamada de una periodista donde se nos preguntaba nuestra opinión acerca de la escolarización juntos o por separado de los gemelos y mellizos en educación primaria.

Hasta donde nosotros sabemos, en la comunidad de Madrid se sigue la recomendación desde el propio colegio de escolarizarlos por separado apoyándose en la idea de favorecer, en los niños nacidos de partos múltiples, el desarrollo de una personalidad independiente. Desde AITTA nuestra respuesta es clara: hay que valorar cada caso por separado y deberían ser los padres quienes puedan decidir qué es lo que consideran más apropiado: si escolarizarlos juntos o separados. Nos referimos especialmente al periodo de escolarización de educación infantil y primaria.

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¿Son los niños manipuladores?

Cuando se tienen hijos o se trabaja con niños, esta frase, de manera afirmativa se escucha con elevada frecuencia. «Este niño es un manipulador«, «es un chantajista«, «sabe perfectamente lo que tiene que hacer para conseguir lo que quiere«. Afortunadamente el ser humano es un organismo lo suficientemente complejo como para conseguir manipular su ambiente. Somos una de las especies más frágil y desprotegida en el momento del nacimiento, así que si no tuviéramos capacidad de manipular nuestro contexto ni lo más mínimo, nos habríamos extinguido hace siglos.

La manipulación es una herramienta (una más) que asegura nuestra supervivencia y, sin embargo, tendemos a verla como algo negativo.

La manipulación se sustenta en la relación vincular que establecemos con las figuras de apego. Dentro de la relación especial que madres o padres e hijos entablan es donde se lleva a cabo esta supuesta manipulación. Al pensar en manipulación a uno le saltan las alarmas de que el niño está tratando de conseguir algo insistiendo «más de lo que debería» o mediante «distorsión» de las circunstancias o necesidades. Paremos ahora a pensar por qué un niño, que en general no debería estar contaminado por deseos innecesarios o caprichos, tiene que hacer uso de la manipulación.

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Lactancia materna: una experiencia única

Dar el pecho a nuestros hijos es uno de los regalos que nos
da la naturaleza.

Cuando sabemos en detalle el perfecto mecanismo que está
detrás del amamantar podemos quedar realmente impresionados. Desde antes de que
nazca nuestro pequeño, dentro de las glándulas mamarias ya existe leche para
él, está diseñada para que si naciera en ese momento la cría, la madre la
pudiera alimentar y potenciar las posibilidades de supervivencia de la misma.

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El amor entre padres e hijos: ¿qué es el apego?

La relación que se establece entre los hijos y las personas encargadas de su cuidado es un vínculo afectivo muy especial. Se trata de una relación necesaria para los niños (casi podríamos decir que esencial para su supervivencia) que marcará el carácter del niño y el tipo de relaciones que establezca con el resto de personas emocionalmente significativas durante toda su vida.

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Llora mi niño, que te escucho

El llanto es la más potente herramienta de comunicación que tiene nuestro bebé para hacernos saber que nos necesita. Es por tanto un regalo de la naturaleza. Desde el momento en que tengo en brazos a mi cría puedo aprender poco a poco a entender qué le está pasando cuando me habla de esta manera. Cuando el bebé llora está hablando, nos cuenta que tiene hambre, que está mojado, que le duele algo, o que necesita a mamá, puede que nos informe de que hubo demasiadas visitas, que necesita dormir, o desconectar. Sólo hemos de aprender a escuchar.

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