Lactancia materna: una experiencia única

Dar el pecho a nuestros hijos es uno de los regalos que nos
da la naturaleza.

Cuando sabemos en detalle el perfecto mecanismo que está
detrás del amamantar podemos quedar realmente impresionados. Desde antes de que
nazca nuestro pequeño, dentro de las glándulas mamarias ya existe leche para
él, está diseñada para que si naciera en ese momento la cría, la madre la
pudiera alimentar y potenciar las posibilidades de supervivencia de la misma.

Si nuestro embarazo llega a término, la leche estará también
lista para recibirle, la primera que le acompañará será en forma de líquido seroso
y amarillento y recibe el nombre de calostro.
El calostro es hoy en día ampliamente valorado porque se conocen sus
propiedades inimitables, apodado el “oro líquido” podría decirse que es un
concentrado de inmunoglobulinas, agua, proteínas, grasas y carbohidratos para que el bebé pueda aguantar sólo con la ingesta del
mismo hasta que la mamá tenga la llamada subida
de la leche
(suele ocurrir alrededor de las 48 horas después del
nacimiento).

El recién llegado no necesita ingerir biberones ni
suplementos glucosados, ¡ya se los está dando su mamá!

A partir de ese momento, la leche va poquito a poco
aumentando en cantidad en el pecho de la mamá, lo hace de forma progresiva
porque así ambos, mamá y bebé van adaptando sus ritmos, el pequeño irá marcando
su necesidad y la mamá respondiendo con la
producción a demanda.

El diseño es extraordinario porque no sólo se encarga de
saber cuánta leche necesita el pequeño, sino de asegurarse de que ésta sea de
la calidad que él necesita, así por ejemplo, será más o menos grasa y  tendrá más o menos anticuerpos en función del
momento por el que esté pasando el bebé.

Lo mejor de todo es que las mamás no han de preocuparse por
nada de esto, lo hace su cuerpo solito. De forma natural. Sólo han de asegurase
de tener a su bebé cerca, y darle a demanda, cada vez  que tenga hambre o sed,  cada vez que él lo necesite. El movimiento de
succión que hacen los bebés incluye la expulsión de un poquito de su saliva en
el pezón de la mamá, esta es la forma en la que nos llega la información de lo
que el nene necesita y así podemos “fabricar” la leche adecuada. ¿No es
maravillosa la naturaleza?

Si realmente es así,
¿cómo es posible que muchas mujeres lo vivan cómo algo doloroso, complicado y
que nos esclaviza? ¿Cómo existen tantos fracasos en la lactancia materna? Aunque
ahora está de nuevo en auge el potenciar la lactancia, son muchas las mamás que
optan por el biberón y no pocas las que no tienen otra elección por el
sufrimiento que les produce no encontrar respuestas y soluciones a sus
dificultades.

Obviamente, es una decisión libre y perfectamente respetable
de cada madre, pero a veces tomamos una elección por falta de información, o
por falta de ayuda en un momento determinado. En una segunda parte de este
artículo ahondaremos en esta reflexión.

En cualquier caso, es importante destacar que no sólo existen
ventajas biológicas, también y no menos importantes, nos encontramos con las
psicológicas: se favorece el vínculo entre ambos, y genera sensaciones
realmente placenteras, de seguridad, tranquilidad, y felicidad.

Es una experiencia maravillosa en la vida de la mujer y una
preciosa manera de decirle a nuestros bebés que además de darles la vida, les
alimentamos a cada instante.

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