Cómo hablar para que los adolescentes le escuchen y cómo escuchar para que los adolescentes le hablen.

Este segundo libro de las autoras (Adele Faber y Elaine Mazlish) recoge las experiencias en sus talleres trabajando con padres de hijos en edad adolescente.

Tras el éxito de su primer libro, orientado a un público más infantil, se aventuran a hablar sobre esa temida edad que es la adolescencia.

El libro estrcuturado igual que sus talleres se divide en ocho capítulos donde se abordan las temáticas imprescindibles para entender esta etapa: expresar sentimientos, la mente del adolescente, los castigos y los límites a esta edad, consensuar soluciones, las amistades, la familia, el sexo, las drogas.

Cada capítulo empieza con el ejemplo de las inquietudes que se suelen expresar en las sesiones de padres. A continuación, se presentan una viñetas con la comunicación alternativa propuesta por las autoras. Seguido por las experiencias reales de los participantes en los talleres y un cuadro resúmen a modo de conclusión al final.

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¿Sabías que la lectura ayuda a desarrollar la empatía y la resiliencia?

Muchas veces los padres nos preguntamos por la crueldad innecesaria de determinadas historias que se suponen para un público infantil. ¿Quién no ha llorado con la muerte de la madre de Bambi o ha sufrido con la historia original de La Sirenita de Hans Christian Andersen? ¿Y a quién no le parece cruel que Caperucita Roja tenga que ser engullida por el lobo para aprender la lección? No es que los adultos que han elaborado estos cuentos sean crueles y quieran hacer sufrir a los niños que tienen a su alrededor, si no que los cuentos son una manera de transmitir situaciones realistas que los niños viven en carne ajena. La transmisión oral de historias es una práctica muy antigua que se plasma luego en los cuentos y, más tarde, en las películas infantiles. Y es la manera que tenemos los adultos de trasmitir valores y técnicas de resolución de conflictos de una manera alegórica y simbólica.

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Brain Gym. Aprendizaje de todo el cerebro. Kinesiología educativa.

Como ya hemos hablado en otros artículos, nuestro cuerpo aprende a través del movimiento. Y es que nuestro cerebro se desarrolla gracias a los estímulos que recibe, muchos de ellos ocasionados por el propio movimiento del cuerpo. El sistema nervioso se compone de un aparato central que asume las labores de coordinación y otro periférico que estimula los músculos con las órdenes que provienen del sistema central.

Y del estudio del aprendizaje a través del movimiento es de lo que se encarga la kinesiología educativa. Este libro resume años de estudio en esta materia en una serie de ejercicios prácticos orientados a los educadores para que puedan ser aplicados en el aula o en un entorno de aprendizaje.

La realización de determinados patrones de movimiento activa todo el cerebro y estimula la capacidad de atención y concentración. Ambas influyen de una manera determinante en el aprendizaje. Por eso resulta interesante conocer qué se puede hacer para mejorarlas.

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¿Por qué algunos niños se auto agreden o lesionan?

La autolesión es cualquier producción intencionada de daño hacia el propio cuerpo.

Muchos niños y jóvenes se autolesionan. Dejaremos aparte el caso de los niños con restraso mental donde normalmente la autolesión aparece unida a la frustración por dificultades en la comunicación y/o como método de autoestimulación. Esto es un caso diferente al que queremos referirnos.

Las autolesiones en chicos y chicas con un desarrollo cognitivo standard son un fenómeno cada vez más frecuente en la adolescencia. Pero ¿cuál es el motivo?

La mayoría de los padres piensan que es un manera de llamar la atención pero esto no es más que la punta del iceberg.

Llamar la atención puede explicar el inicio o mantenimiento de algunas autolesiones pero no es el único motivo que las hace aparecer. Sentirse mal con uno mismo, no quererse, sentir rabia hacia uno mismo o hacia los que están a nuestro alrededor, verse feo/a, darse asco,

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¿Qué pasa en las familias donde aparecen Trastornos de la Conducta Alimentaria?

Como psicólogos infanto juveniles los trastornos de la conducta alimentaria (TCA: Anorexia o Bulimia, por ejemplo) resultan preocupantes. Evidentemente, hay muchos factores que influyen en que un chico o una chica desarrolle anorexia pero desde la psicología familiar sistémica se ha tenido siempre claro que en este tipo de trastornos, la estructura familiar juega un papel importante.

La familia es el primer contexto social donde se producen los aprendizajes tempranos y el tipo de interacción familiar tiene mucho peso en la aparición de trastornos mentales.

Un estudio recientemente publicado en Actas Españolas de Psiquiatria ha querido saber cuáles son los factores familiares que influyen en la aparición o mantenimiento de estos trastornos.

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El pájaro del alma

Mijal Snunit, escritora, periodista y poeta israelí escribe este precioso libro. En él, con lenguaje muy simple y poético se trasmite un poderoso mensaje que es:

Todos tenemos un alma aunque nadie la haya visto y dentro del alma hay un pájaro que regula nuestras emociones.

Para la autora nuestra alma tiene cajones y en cada uno de ellos guardamos una emoción. Respondiendo a lo que sucede a nuestro alrededor, así reacciona nuestro pájaro del alma y abre uno u otro cajón. Él tiene la llave y es quien custodia los cajones.

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Focusing con niños

El Focusing es una técnica psicológica que se utiliza en terapia consistente en enseñar al paciente a que escuche su cuerpo. Se parte de la idea de que toda persona tiende a la salud y que dentro de nosotros mismos está la solución para todo aquel problema que se nos presenta.

Si aprendemos a escuchar nuestro cuerpo y nuestras emociones seremos capaces de descubrir aquello que es más conveniente para nosotros mismos y podremos tomar decisiones de una manera más respetuosa con nosotros mismo y nuestas necesidades.

Esta técnica se creó ya en los años 70 del siglo pasado por Eugene Gendlin y se viene aplicando desde entonces con adultos.

Pero los niños también se pueden beneficiar de ella. Entonces, ¿cómo hacerlo comprensible para ellos?

Marta Stapert y Eric Verliefde lo hacen en los Países Bajos y Bélgica desde hace años. Publicaron su libro en 2008 y por fin, se tradujo al español en 2011.

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La caída de los dientes puede desatar miedos primitivos.

Muchos padres se extrañan cuando sus hijos les preguntan: ¿Papá, tú cuándo te vas a morir? o Tengo miedo de que te mueras. Siempre surge la duda de por qué, derepente y sin venir a cuento, el niño piensa que me muero: ¿habrá oído algo sobre la muerte en el colegio? ¿Algún papá de un compañero se habrá muerto?

Puede que sí, pero no siempre estas dudas surgen por algo externo que lo desencadena. En ocasiones el miedo a la muerte aparece por un sentimiento interno. Y es que, como especie, es lógico que tengamos miedo a la muerte. Eso nos ha ayudado a sobrevivir a lo largo de años y años de evolución.

Escrito en nuestro ADN, existe un miedo primitivo a la muerte.

Y no sólo a la muerte. También a la oscuridad o a los extraños.

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¿Sabías que normalmente los problemas psicológicos de un niño son la señal de toda una familia disfuncional?

Leo un artículo sobre el aumento de los problemas de salud mental en los niños y adolescentes a causa de la crisis. En él se habla de un estudio realizado por la Federación de Entidades de atención y educación a niños y adolescentes (Fedaia) y la Universidad de Barcelona con 35.000 familias. Debido a los problemas económicos las familias presentan mayores niveles de ansiedad, alcoholismo, malos tratos y desatención infantil. Parece que los padres centran sus preocupaciones en otras cosas y descuidan los lazos afectivos.

Entonces…¿quién tiene el problema, los niños o sus padres?

Para mi claramente hay un de los extermos en esta polaridad que es el que lleva la responsabilidad y el otro que carga con las consecuencias.

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¿Sabías que los niños suelen portarse peor en las vacaciones?

El «efecto vacaciones» es bien conocido por maestros y profesores. No hay más que acercarse  a un colegio a principios de septiembre para escuchar a cualquier tutor de aula diciendo que los niños están ingobernables, que han vuelto muy revolucionados del verano o que no hacen ningún caso. Y el tema se repite a lo largo del año escolar tras las interrupciones de Navidad o Semana Santa. Este efecto se nota incluso en aquellos alumnos más revoltosos tras la vuelta de cada fin de semana. Los lunes suelen ser días más difíciles para estos niños.

También los padres son conscientes de este fenómeno. En cuanto los niños no tienen que ir al colegio se nota que les cuesta más seguir las normas y los horarios.

Pero, ¿por qué sucede?

¿Acaso los niños deciden aguantar sus ganas de portarse mal hasta que están en casa? o ¿será que todas las profesoras/es tienen más mano con los niños que sus propios padres?

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