El «efecto vacaciones» es bien conocido por maestros y profesores. No hay más que acercarse a un colegio a principios de septiembre para escuchar a cualquier tutor de aula diciendo que los niños están ingobernables, que han vuelto muy revolucionados del verano o que no hacen ningún caso. Y el tema se repite a lo largo del año escolar tras las interrupciones de Navidad o Semana Santa. Este efecto se nota incluso en aquellos alumnos más revoltosos tras la vuelta de cada fin de semana. Los lunes suelen ser días más difíciles para estos niños.
También los padres son conscientes de este fenómeno. En cuanto los niños no tienen que ir al colegio se nota que les cuesta más seguir las normas y los horarios.
Pero, ¿por qué sucede?
¿Acaso los niños deciden aguantar sus ganas de portarse mal hasta que están en casa? o ¿será que todas las profesoras/es tienen más mano con los niños que sus propios padres?