¿Alguna vez has sentido la sensación de coger un bus sin saber cuántas paradas te faltan? ¿Qué se siente? No tienes unas referencias claras y pasas todo el camino intranquilo, mirando a todos lados, sin reconocer ninguna parada o sin estar seguro de si la correcta ya ha pasado… ¡A nuestros hijos les pasa igual cuando nuestras órdenes son confusas, contradictorias y no tienen claras las instrucciones a seguir! ¡Márcales claramente sus paradas!
En estos tiempos de total incertidumbre mundial, es muy complicado controlar muchos de los aspectos de nuestras vidas: inestabilidad laboral, restricciones constantes y poco claras impuestas de manera externa, no saber hasta cuándo va a durar la pandemia ni cómo será… Esto afecta a nuestra tranquilidad y por supuesto también a la de nuestros hijos e hijas, por lo que ahora más que nunca es indispensable recordar la importancia de las rutinas en nuestro hogar. Esto sí que está en nuestra mano.
Una de las principales labores de los límites y horarios a edades tempranas es proteger, manteniendo a salvo a los niños y niñas evitando los peligros que aún no son capaces de soportar por sí mismos. Para los niños, las rutinas son la forma que tienen para organizarse en el tiempo. Un niño cuando nace no conoce el orden de las cosas ni cómo está organizado el mundo que le rodea. Somos los adultos los que debemos enseñarles a organizar su vida mediante horarios estables asociados a rutinas, es decir, a través de actividades que se hacen todos los días de la misma manera. Para poder establecer esta rutina se necesita la repetición diaria de la misma.