Muchas veces, los padres dudamos a la hora de enviar a los niños a un campamento donde tenga que pasar una o dos semanas lejos de casa. Y es que no sabemos si va a beneficiar en algo o no a nuestro hijo. De hecho, cuando los niños se van de campamento, los primeros días siempre son duros. Muchos lloran y dicen que quieren volver a casa con sus padres. Sin embargo, a medida que avanzan los días, los niños empiezan a darse cuenta de que pueden disfrutar y que son capaces de hacer por sí solos muchas más cosas de las que pensaban.
Pero es cierto que no todas las experiencias tienen un final feliz y muchas veces quedan grabadas en la memoria de los niños para el resto de sus días.