¿Sabías que los campamentos de verano son una oportunidad para fortalecer la autoestima?

Muchas veces, los padres dudamos a la hora de enviar a los niños a un campamento donde tenga que pasar una o dos semanas lejos de casa. Y es que no sabemos si va a beneficiar en algo o no a nuestro hijo. De hecho, cuando los niños se van de campamento, los primeros días siempre son duros. Muchos lloran y dicen que quieren volver a casa con sus padres. Sin embargo, a medida que avanzan los días, los niños empiezan a darse cuenta de que pueden disfrutar y que son capaces de hacer por sí solos muchas más cosas de las que pensaban.

Pero es cierto que no todas las experiencias tienen un final feliz y muchas veces quedan grabadas en la memoria de los niños para el resto de sus días.

¿Cuáles son las premisas para que un campamento sea un éxito?

Para empezar, dormir fuera de casa en un ambiente ajeno resulta prematuro para niños por debajo de los 8 años. Hasta esa edad, está muy bien que los niños hagan «pequeños ensayos» de adaptarse a condiciones diferentes a las de casa y colegio en entornos lúdicos y vacacionales.

Los campamentos urbanos suelen ser un buen entrenamiento previo. Pasar todo el día fuera de casa realizando actividades con compañeros nuevos es una manera de poner en práctica las habilidades sociales necesarias en estas situaciones. El hecho de volver a casa para dormir sirve como refugio donde elaborar las intensas emociones vividas en el día.

Lo mismo sucede cuando los niños pasan el día en casa de abuelos, primos o incluso si se van unos días a la casa de unos familiares en algún pueblo. Estas experiencias suelen ser positivas siempre y cuando el niño tenga cierta confianza con las personas con las que va a compartir su día a día. Y les va preparando para la separación de las figuras de apego principal sin que sea algo demasiado brusco.

Preparar a los niños para que sepan a qué atenerse: que probablemente los primeros días van a echarnos de menos, que pueden llamarnos y contar con nuestro consuelo, cuáles son el tipo de actividades que vana a llevar a cabo, si va a ir alguien conocido con ellos (hermano o primo) gracias al cual pueda sentirse arropado,…

Si los niños se niegan desde un principio y dicen que no quieren ir…

Habrá que explicar bien las ventajas de ir a un campamento, llegar a un acuerdo con ellos para que estén abiertos a probar la experiencia. Nunca forzar la situación hasta extremos donde el niño llore previamente a marcharse o sea un motivo de disputa y frustración entre padres e hijos.

Las ventajas que aporta ir a un campamento

Cuando el niño se va y se separa de su familia más próxima durante algunas semanas para ir a un lugar desconocido con personas que no son las habituales de su entorno es un momento en el que se pone a prueba la capacidad de socialización que ha desarrollado hasta ese momento.

Por eso, el campamento suele resultar muy positivo para aquellos niños que tienen una buena autoestima de base. Fortalece la autoestima en aquellos casos de niños medianamente inseguros y su resultado suele ser traumático en aquellos otros casos en los que no hay un entendimiento entre padres e hijos. Niños que sienten que van forzados o que las habilidades sociales requeridas para hacer frente a la experiencia son excesivamente elevadas para lo que traen de partida.

El hecho de verse solos, sin el apoyo inmediato de sus padres a la hora de resolver las dificultades del día a día al principio causa temor. Pero si el niño tiene la determinación suficiente para hacer el intento de solucionarlo por sí solo, el resultado es muy favorecedor.

Ya hemos hablado en otras ocasiones de la importancia de desarrollar la independencia de los hijos y esta puede ser una buena manera de profundizar en ello siempre y cuando el hecho de acudir a un campamento sea coherente con lo que fomentamos desde el hogar.

Otra ventaja fundamental y que es importante mencionar es el hecho del contacto con la naturaleza y la práctica de actividades o deportes poco habituales en zonas urbanas. Normalmente los campamentos se plantean en entornos naturales donde el niño no está acostumbrado a vivir y con los que no tiene un contacto tan frecuente.

Así cubrimos una de las necesidades básicas del niño que es el contacto con la naturaleza y que ayuda en gran medida a regular sus emociones.

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