Por Ainhoa Uribe.
La maternidad y paternidad consiste en conseguir que un ser que nace absolutamente dependiente e indefenso se convierta en un adulto independiente, sano y estable emocionalmente.
Todo lo que tratamos de inculcar a nuestros hijos desde que son bebés tiene un único objetivo: conseguir que aprendan a comer por si solos, a vestirse, a cuidarse, que estudien para conseguir un trabajo que les permita ser económicamente autónomos. Y, sin embargo, todos esos cuidados que les propiciamos se pueden volver en nuestra contra si en algún momento se vuelven excesivos.
Existe una delgada línea que separa el cuidado de la sobreprotección y tenemos que aprender a distinguirla.
Es lo que llamamos sobreprotección. Y sus consecuencias son igual de nefastas para el crecimiento del niño como las del abandono o la negligencia. Cuando los padres nos volvemos hiper controladores de la conducta de nuestros pequeños y queremos protegerlos a toda costa, también les cerramos oportunidades de aprendizaje y bloqueamos su tendencia natural a la investigación y la autonomía personal.