La manera en que actuamos y vemos las cosas no solo depende de nuestra personalidad, sino también de lo que pensamos que significan esas situaciones. Los adultos interpretamos el mundo según nuestras experiencias de vida, lo que explica por qué cada uno reacciona de forma única ante las mismas situaciones. Imagina que tu cerebro tiene estructuras que guardan ideas llamadas «esquemas». Cuando te encuentras con algo nuevo, tu cerebro usa esos esquemas para entenderlo. Luego, procesas la información y le das sentido a través de esos esquemas. Los resultados de este proceso se llaman «creencias», que son lo que tú crees que es verdad basándote en tus esquemas y en cómo interpretas la realidad. A su vez, estas creencias pueden influir en cómo vuelves a usar tus esquemas en el futuro. Así, tus ideas y creencias afectan cómo entiendes el mundo y cómo tomas decisiones. Las creencias pueden manifestarse de manera adaptativa, como preferencias racionales o deseos, pero también pueden adoptar la forma de obligaciones imperativas o necesidades. Estas últimas, denominadas ideas irracionales, son menos adaptativas, establecen reglas de comportamiento absolutas e inflexibles, y su incumplimiento causa malestar emocional.
Durante la adolescencia, se pueden experimentar dificultades en la comprensión y gestión de las emociones, los procesos de razonamiento y la conciencia general. Estos desafíos pueden influir en la capacidad de los adolescentes para enfrentar situaciones de manera efectiva.