El suicidio es la principal causa de muerte no natural en nuestro país (Observatorio del Suicidio en España, 2017). La conducta suicida es más que quitarse la vida (suicidio consumado), por ello, se plantea como un continuo cuyos polos son bienestar-suicidio consumado y en las posiciones intermedias encontramos la tentativa, ideas de muerte, planificación, etc.
Centrándonos en la etapa de la adolescencia, la prevalencia de la ideación suicida gira en torno al 32% y los intentos de suicidio alrededor del 4% (Bousoño et al., 2017; Carli et al., 2014). Estas cifras son muy altas, estimándose que por cada 20 tentativas de suicidio una persona realiza el suicidio consumado. Por tanto, aproximadamente un 2,5% de la población al menos realizará un intento de suicidio a lo largo de su vida (Borges et al., 2010).
En este artículo, queremos hablar de los mitos que hay alrededor de esta conducta. Pero previamente, nos gustaría repasar la importancia de algunos factores.
Factores protectores.
Disminuyen la probabilidad de aparición de los pensamientos y/o intentos de suicidio. Dentro de estos factores podemos encontrar