¿Son los niños manipuladores?

Cuando se tienen hijos o se trabaja con niños, esta frase, de manera afirmativa se escucha con elevada frecuencia. «Este niño es un manipulador«, «es un chantajista«, «sabe perfectamente lo que tiene que hacer para conseguir lo que quiere«. Afortunadamente el ser humano es un organismo lo suficientemente complejo como para conseguir manipular su ambiente. Somos una de las especies más frágil y desprotegida en el momento del nacimiento, así que si no tuviéramos capacidad de manipular nuestro contexto ni lo más mínimo, nos habríamos extinguido hace siglos.

La manipulación es una herramienta (una más) que asegura nuestra supervivencia y, sin embargo, tendemos a verla como algo negativo.

La manipulación se sustenta en la relación vincular que establecemos con las figuras de apego. Dentro de la relación especial que madres o padres e hijos entablan es donde se lleva a cabo esta supuesta manipulación. Al pensar en manipulación a uno le saltan las alarmas de que el niño está tratando de conseguir algo insistiendo «más de lo que debería» o mediante «distorsión» de las circunstancias o necesidades. Paremos ahora a pensar por qué un niño, que en general no debería estar contaminado por deseos innecesarios o caprichos, tiene que hacer uso de la manipulación.

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