A partir de la tercera semana de gestación, el cerebro humano comienza a desarrollarse. Desde ese momento el número de neuronas aumenta aproximadamente en 250.000 nuevas células por minuto. Alrededor del segundo trimestre, esas neuronas se agruparán e irán formando los órganos que componen el sistema nervioso y más adelante, el cerebro comenzará a aumentar de tamaño.
En el momento del nacimiento, todos los seres humanos tenemos una media de 100.000 millones de neuronas, aunque poco conectadas entre ellas. El desarrollo del cerebro, sobre todo en las primeras etapas de la vida, es el resultado de la perfecta interacción entre factores genéticos y ambientales. Por un lado, el cerebro viene programado (genéticamente) para obtener del entorno la información necesaria para su supervivencia y, por otro, las experiencias y el ambiente en que se desarrolle el niño influirán en la manera en que se generen, modifiquen y multipliquen sus redes de conexiones neuronales. O lo que es lo mismo, el cerebro infantil será enormemente moldeado por la estimulación recibida de su entorno. Cada movimiento, cada contacto y cada emoción tiene un reflejo a nivel químico y eléctrico que influirá en la manera en que se estructure.