En ocasiones me encuentro en terapia con padres que han tenido un hijo y parece que es lo último que van a hacer en la vida. Me explico: el niño consume toda su energía, tiempo y recursos. Así no se ven con ánimo de embarcarse en ningún proyecto más (entre ellos el de tener más hijos).
Convertirse en padre o madre es un cambio cualitativo en la vida de cualquiera. Si además encontramos dificultades en la crianza: que nuestro pequeño haya salido inquieto o movido, poco dormilón y que no nos deja descansar lo que necesitamos, sufrimos un desgaste importante. Pero no está todo perdido, hay maneras de manejar estas situaciones.