Como profesional que trabajo con niños, muchas veces me preguntan por el contenido de mi trabajo. Hay padres a quien les resulta difícil ver que un niño pueda presentar problemas o, más bien, problemas graves.
Es cierto que la mayoría de casos que se ven en la práctica clínica (privada) no suele ser de una complejidad o gravedad excesivas. Se suele trabajar con niños que tienen problemas de aprendizaje, padres que quieren un apoyo para saber cómo gestionar rabietas o límites con sus hijos o niños que no se adaptan a su escuela, a sus amigos, tienen baja autoestima, etc.
Pero hay otra serie de casos, tal vez más invisibles que son de una gran complejidad y suponen enorme sufrimiento para aquellos niños que los están viviendo.
Y es que la depresión infantil existe, así como determinados trastornos que cursan con un nivel de ansiedad muy elevado. Recuerdo el caso de una mamá (en este caso amiga) que un día me escribió un mensaje más o menos así: «luego te quiero preguntar porque estoy angustiada que mi hijo varias veces ha dicho que se quiere suicidar y no sé si lo hace por llamar la atención o me tengo que preocupar» La madre llevaba un par de noches sin pegar ojo y no sabía muy bien si dar o no credibilidad al comentario.