En uno de nuestros posts más recientes, hablamos del significado de la presión de grupo y dimos algunos consejos para afrontarla. En este post, nos centramos en los distintos estilos de comunicación que existen y cuál puede ayudarnos más a la hora de desenvolvernos en situaciones sociales complejas.
Los seres humanos necesitamos desarrollar habilidades sociales para afrontar el día a día. Éstas constan del lenguaje no verbal (contacto visual, sonrisa, tono de voz, cercanía física…) y el lenguaje verbal, que comprende tres estilos de comunicación situados en un continuo: pasividad, asertividad y agresividad. Encontrarnos en un punto u otro de este continuo tendrá un efecto determinado en las personas que nos rodean, en la opinión que tenemos sobre nosotros mismos y en la consecución de nuestras metas.
Los distintos estilos de comunicación y sus consecuencias
El individuo pasivo es aquel que en las relaciones sociales sufre un desprecio de sus derechos, se aprovechan de él, no consigue sus objetivos, se siente frustrado, herido y ansioso, se inhibe, es poco expresivo y deja a otros decidir por él.
Resultados a corto plazo:
- Logra no tener que enfrentarse al problema y así aliviar momentáneamente la ansiedad de la situación.
Resultados a largo plazo:
- Desvalorización de los propios sentimientos.
- Falta de confianza en sí mismo.
- Reducción de la posibilidad de satisfacer las necesidades o de que sean atendidas sus opiniones.
- Sentimientos de ser incomprendido y manipulado.
- Culpa, ansiedad, depresión y baja autoestima.
- Incluso estallidos de molestia o ira incontrolada por el aguante de situaciones no resueltas.
El individuo agresivo es aquel que no respeta los derechos del otro y se aprovecha de él, puede alcanzar sus objetivos a expensas del resto, es expresivo y elige por los demás.
Resultados a corto plazo:
- Libera la tensión generada en un conflicto.
- Consigue cubrir objetivos y necesidades sin experimentar reacciones directas de los demás.
- Sentimientos de poder momentáneo.
Resultados a largo plazo:
- Crece el resentimiento y la evitación por parte de las personas agredidas.
- Sufre corto-agresiones bajo la forma de sarcasmos o miradas desafiantes.
- Tensión en las relaciones interpersonales, que terminan siendo poco duraderas o insatisfactorias.
- Sentimientos de culpa.
El individuo asertivo respeta los derechos del otro y de sí mismo, por lo que puede conseguir sus objetivos; confía en su discurso; es expresivo, directo y, en definitiva, elige por sí mismo.
Obtiene los mejores resultados a corto y largo plazo:
- Mejor control del ambiente y de sí mismo sin sentimientos de ansiedad ni culpabilidad.
- Mayor satisfacción personal, con los demás y con la vida social. Relaciones más íntimas y significativas.
- Aumento de la autoconfianza.
- Más allá de que se acaben logrando los objetivos o no, se siente reconfortado por el solo hecho de haber sido capaz de expresar sus opiniones y necesidades de forma clara y no manipulativa, que es el objetivo fundamental de la comunicación.
En definitiva, en la comunicación interpersonal, debemos tener claros tres objetivos: el respeto a mi persona, el respeto a los demás y lo que queremos conseguir de la conversación.
Marina González Santamaría.