¿Cómo definirías qué es una emoción? Parece un concepto fácil ¿verdad?, pero una vez te paras a reflexionarlo ya no lo es tanto. Lo que sí conocemos casi tod@s es la clasificación popular de las emociones en positivas o negativas, dándoles desde ahí un valor por la propia connotación de la palabra, es como si unas fueran las emociones buenas y otras las malas, y la verdad es que las emociones que consideramos como negativas son tan positivas como las propias emociones positivas, ya que, todas tienen una función adaptativa muy importante.
Las emociones se dividen por un lado en las emociones básicas, aquellas innatas con las que nacemos y son: el asco, el miedo, la tristeza, la rabia, la alegría y algunos autores incluyen la sorpresa, por otro lado están las emociones sociales que son las que vamos adquiriendo conforme vamos creciendo y son algo más complejas que las básicas, por ejemplo: los celos, la envidia, la impaciencia, la confusión, el anhelo, el antojo, la culpa, la vergüenza…
Las “emociones negativas” nos informan de que algo nos está haciendo daño, son una señal de que necesitamos un cambio, nos dicen que algo estamos haciendo mal. Quizás, una mejor clasificación podría ser de emociones agradables y desagradables, siendo ambas necesarias, ya que cuanto más desagradable mas atención debemos prestarle para poder responder ante ella.