Viendo todos los fenómenos que últimamente están más presentes en los medios de comunicación – miles de personas desplazadas por conflictos bélicos que tienen que refugiarse en otros países, adultos y niños que mueren ahogados tratando de buscar un futuro mejor, atentados suicidas perpetrados por jóvenes que reniegan de sus familias y se radicalizan en sus convicciones religiosas – da mucho qué pensar acerca de la infancia y su vulnerabilidad.
Después de los atentados ocurridos en París, queda la sensación de que las guerras que hacen abandonar a miles y miles de personas su país de origen, generan situaciones conflictivas muchos años después de que el suceso original se haya producido, incluso generaciones después.
Esto nos ha llevado a plantearnos a todos los niveles: social, cultural, político ¿cuál es la solución? No parece nada fácil puesto que la mente de estos niños y jóvenes está marcada por muchas tragedias.