Todos los bebés llegan al mundo dotados con un paquete de reflejos primitivos que aseguran su supervivencia y unos canales de comunicación que permiten conectar lo que ocurre dentro de ellos con lo que ocurre fuera. Esto también es vital para su supervivencia dado que el organismo necesita conocer lo que ocurre fuera para adaptarse y, al mismo tiempo, conocer lo que ocurre dentro para poder actuar sobre el ambiente y conseguir lo que precisa.
Estos canales de comunicación son lo que denominamos sentidos. Y no todos están igual de maduros en el momento del parto.
El sentido auditivo se desarrolla desde el tercer mes de embarazo. El sistema visual, por ejemplo, es todavía inmaduro al nacer.