Para los adultos es fácil, más o menos, saber cuándo acudir al médico. Si notamos que algo nos duele, nos molesta o nos sentimos raros o diferentes en algún sentido, tenemos la oportunidad de acudir al médico para que nos aconseje y nos trate.
Pero ¿en qué momento hay que buscar ayuda cuando lo que nos duele es el amor propio?
Esta pregunta no tiene una respuesta fácil o directa. Las señales de alarma que en otras ocasiones son signos objetivos: nos sangran las encías, tenemos un ojo rojo,… en este caso se convierten en síntomas subjetivos: estamos tristes o irritables, no nos encontramos bien.