¿Sabías que la paciencia se enseña?

Cuando nos convertimos en padres, las rabietas se convierten en uno de nuestros mayores temores. ¿Es de verdad una etapa por la que obligatoriamente tienen que pasar todos los niños? ¿No existe niño sin rabietas?

No se puede afirmar nada rotundamente pero lo cierto es que las rabietas parecen ser un común donominador en niños de determinada edad. Surgen en torno a los dos o tres años. De hecho, se habla de esta etapa como de una primera adolescencia. El bebé deja de serlo para convertirse en niño. Siente que es un ser independiente de sus padres cuando aprende a decir que NO y para conseguir hacer lo que quiere, lo que tiene más a mano es enrabietarse.

La rabieta aparece pero ¿qué podemos hacer los padres para manejarla? Una de las estrategias fundamentales es enseñar a nuestros hijos a esperar, a ser pacientes. Y es que la paciencia no es una virtud innata con la que se nace o no. Es una herramienta que se puede aprender y se debe entrenar.

¿Cómo desarrollar la paciencia en los niños?

– Ante todo, hay que tener unas expectativas realistas sobre el comportamiento que podemos esperar de nuestros hijos. Evidentemente un niño de dos o tres años no va a aguantar tres horas de comida en un restaurante sentado en la silla. Ni siquiera lo aguantará aunque le demos juguetes o le llevemos para pintar.

– Por supuesto, tenemos que dar a nuestros hijos la oportunidad de aprender lo que significa ser pacientes. La primera vez que vaya a la consulta de un médico y le toque esperar media hora seguramente revolucione toda la sala de espera. Sin embargo, si repetimos esto mismo en varias ocasiones podremos ver cómo poco a poco entiende qué cosas puede hacer en una sala de espera y qué cosas no.

– Dejarles que desarrollen estrategias que les ayuden a soportar la espera: no podrán correr o gritar pero sí cantar o mirarse en el cristal.

Tratarles como si fueran capaces de controlarse. Hablarles con calma y explicarles detalladamente lo que se espera de ellos. Por supuesto, señalarles cuándo lo hacen bien y cuándo no. Facilitar que asuman responsabilidades a su alcance: que sepan donde está su ropa o qué deben hacer cuando se la quitan, dónde dejar los zapatos o de qué cajón sacar un babero.

– Y enseñar qué es la espera en cualquier momento que tengamos la oportunidad: si se le cae la servilleta al suelo no recogerla inmediatamente, si pide comer explicarle que tiene que esperar hasta que la comida esté lista. Cualquier actividad que implique seguir unos pasos y dar tiempo a cada uno es útil para enseñar a ser pacientes: germinar lentejas o garbanzos, cocinar un bizcocho, preparar un regalo, …

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