Muchos padres se extrañan cuando sus hijos les preguntan: ¿Papá, tú cuándo te vas a morir? o Tengo miedo de que te mueras. Siempre surge la duda de por qué, derepente y sin venir a cuento, el niño piensa que me muero: ¿habrá oído algo sobre la muerte en el colegio? ¿Algún papá de un compañero se habrá muerto?
Puede que sí, pero no siempre estas dudas surgen por algo externo que lo desencadena. En ocasiones el miedo a la muerte aparece por un sentimiento interno. Y es que, como especie, es lógico que tengamos miedo a la muerte. Eso nos ha ayudado a sobrevivir a lo largo de años y años de evolución.
Escrito en nuestro ADN, existe un miedo primitivo a la muerte.
Y no sólo a la muerte. También a la oscuridad o a los extraños.
Curiosamente, estos miedos se reactivan cuando los niños avanzan en su evolución. La entrada en el colegio puede ser uno de ellos, por ejemplo. Es frecuente que aparezcan con la caída de los dientes. Y es que a cada paso evolutivo importante, el niño siente que se hace mayor y que tiene que asumir más responsabilidades. Por la misma regla de tres, sus padres se hacen más mayores y se acercan más a la muerte.
¿Qué hacer cuando tu hijo tiene miedo a la muerte?
Una de las cosas fundamentales (y que pocos hacemos) es no quitarle importancia. De nada vale que le digamos que son tonterías y que deje de pensar en esas cosas cuando para el niño es un sentimiento muy real. Por tanto, tenemos que acoger ese miedo. Lo mejor, sería poder sentarnos en algún momento a hablar con él sobre ello. Que nos explique qué es lo que le da miedo exactamente.
Una vez que habla de ello, viene el momento de darle seguridad. Sus miedos, aunque reales, la mayoría de las veces son infundados. Es decir, muchos de nosotros vamos a vivir todavía muchos años y eso es estadísticamente cierto. Así que podemos hacerle ver que la gente se muere cuando es ya muy muy mayor y que a nosotros aún nos queda tiempo. Seguro que también ha sacado a relucir otros temas, como ¿quién se encargaría de mí, si a ti te pasara algo? Y ahí también podemos hacerle ver nuestros apoyos, que siempre habrá alguien que cuide de ellos.
Por último, podemos explicar todas las cosas que hacemos día a día y que nos ayudan de alguna manera a evitar que nos pase algo malo: nos ponemos el cinturón en el coche, cuidamos lo que comemos, somos prudentes, etc.
Esto no evitará que sientan ese miedo de vez en cuando pero les ayuda a tranquilizarse y les aporta estrategias sobre qué pueden hacer ellos mismos cuando sientan miedo.