Sí. A partir de ahora dejará de hablarse de Retraso Mental. La intención es cambiar esta etiqueta por la de Trastorno del Desarrollo Intelectual. Esto es lo que ha anunciado el director de proyectos del departamento de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS es la responsable de la edición de la Clasificación Mundial de Enfermedades (CIE) que va ya por su versión 10 y que, en breve, introducirá este cambio.
La idea de tener una clasificación de enfermedades a nivel mundial es poder homogeneizar la manera de hablar sobre las enfermedades y así compartir información entre los profesionales sobre los pacientes sabiendo cuál es el diagnóstico. Sin embargo, con el tiempo, la evolución de la sociedad, los avances científicos y el uso de las etiquetas las enfermedades evolucionan, cambian, desaparecen,…
Este no es el primer caso ni será el último. Así le ha sucedido a otras «etiquetas» de esta clasificación o de otras (por ejemplo: DSM, la clasificación más común de enfermedades mentales) como el Trastorno de Déficit de Atención donde, al principio, se hablaba de dos subtipos (con o sin hiperactividad) que ahora se han unificado; el Síndrome de Asperger que ahora se quiere hacer desaparecer e incluir sus síntomas dentro de otro grupo más amplio que serían los Trastornos del Espectro Autista; o el Trastorno del Procesamiento Sensorial por el que varias asociaciones pelean para que se reconozca como enfermedad.
Lo cierto es que las enfermedades cambian al mismo ritmo que lo hace la sociedad y los problemas que ésta presenta. Y el significado de las palabras también lo hacen. En el caso de Retraso Mental, la palabra lleva consigo una importante carga peyorativa. El cambio de nombre no va a solucionar el problema que tienen estos pacientes pero sí puede ayudar a que se les mire con otros ojos.
El nuevo nombre Trastorno del Desarrollo Intelectual hace referencia a que es una enfermedad (no una tara) y como tal puede y debe tener tratamiento. Y, sobre todo, desterra la palabra «retraso» que siempre implica una inferioridad de condiciones e ir por detrás de los demás. Puede que el desarrollo cognitivo de estas personas esté por debajo de la media pero no tiene por qué afectar a otras áreas de la persona como puede ser el desarrollo motor o afectivo.
Esperamos que esta nueva nomenclatura ayude mejorar la evaluación de estos pacientes poniendo más énfasis en otras facetas de la persona como son sus capacidades afectivas y habilidades para la vida diaria.