¿Sabes qué es el Trastorno Traumático del Desarrollo?

Los psicólogos, pedagogos, maestros y educadores en general nos encontramos a veces con niños que presentan una sintomatología muy diversa: niños asustadizos, siempre alerta, desconfiados, con dificultad para calmarse, con muchos problemas a la hora de relacionarse con otros niños o con adultos ya que son excesivamente «pegones» o «sobones» y que además, no atienden en clase e interrumpen contínuamente el ritmo de la misma.

En la mayoría de los casos estos niños se diagnostican de Déficit de Atención o de Trastorno del Control de los Impulsos.

Sin embargo, si investigamos un poco es posible que encontremos experiencias familiares traumáticas (malos tratos, negligencia, abandono, niños tutelados o adoptados). Y lo cierto es que el abanico de síntomas que presentan estos niños no se recoge en ningún diagnóstico de los existentes hasta el momento en el DSM IV (manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales).

Varios autores, con el Dr. Bressel Van der Kolk a la cabeza tratan desde hace años de introducir un nuevo diagnóstico en la próxima revisión del citado manual. Sin embargo, parece que no será esta vez cuando lo consigan. Estos autores hablan del Trastorno Traumático del Desarrollo y entre los criterios de este «nuevo diagnóstico» estarían tanto porblemas de regulación emocional, como problemas en la relación con otros (adultos y niños) y problemas de conducta o académicos. Para que estos síntomas se presenten, se entiende que como primer criterio han sido niños víctimas de una crianza traumática en algún sentido: niños que han vivido o sido testigo de malos tratos, niños cuya figura de apego no les ha cuidado o protegido como debería o que han sufrido repetidos cambios en los cuidadores que se han encargado de su educación.

Parece lógico pensar que un niño criado en semejantes condiciones no sea capaz de establecer relaciones interpersonales normalizadas, no tenga las herramientas básicas para el autocuidado y que no rinda adecuadamente en la escuela. Sin embargo, muchas veces sus profesores se empeñan en buscar una explicación neurológica a sus problemas de atención o comportamiento cuando las circunstancias emocionales que rodean su crianza explican sobradamente su manera de actuar.

En ocasiones, puede suceder que la escuela no esté al tanto de la historia vital del niño y es por ello que la comunicación entre los diferentes especialistas que trabajan con un mismo niño resulta fundamental.

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