¿Qué son los Primeros Auxilios Psicológicos?

Ante acontecimientos estresantes, como los que, lamentablemente, tenemos cercanos en la memoria (terremotos, actos terroristas, políticas que obligan a muchas familias a dejar sus hogares, etc) todos entendemos la necesidad y urgencia de los Primeros Auxilios pero cada vez más se hace evidente que se precisan también lo que la OMS ha reconocido como Primeros Auxilios Psicológicos (PAS). Hace ya años, en Madrid, sufrimos un suceso traumático. Muchas personas anónimas se acercaron de manera altruista para prestar sus servicios a los afectados.

Esta respuesta admirable y solidaria de la población se convirtió en un antecedente de lo que hoy llamamos Primeros Auxilios Psicológicos.

De la misma manera que nos vemos afectados en situaciones especiales como este tipo de catástrofes, también acontecimientos de la vida cotidiana pueden convertirse en una fuente de estrés sobre todo para los niños y adolescentes. Algunos ejemplos de incidentes que pueden afectar a la vida de los más pequeños pueden ser el divorcio de sus padres, un ingreso en el hospital o recibir un diagnóstico inesperado tanto propio como de algún allegado, presenciar accidentes o el fallecimiento de una persona cercana. En general, toda situación impredecible y atemorizante que suponga un cambio en su vida cotidiana.

Dichos acontecimientos, inesperados o impredecibles, se convierten en situaciones de estrés que exceden las capacidades personales y pueden provocar un estado de confusión que obligan a las personas a desplegar todos sus recursos internos de afrontamiento. Algunas de ellas no necesitarán ayuda externa pero a otras les podrá resultar muy valioso y hasta vital esta ayuda, en concreto a los niños, niñas y adolescentes.

¿Cómo ayudar a los niños y adolescentes a enfrentar estas situaciones? Estas son algunas pautas que pueden servir de orientación para padres, familiares y educadores.

 

Cariño y comprensión. Su mundo emocional ha dado un vuelco y puede que demuestren su miedo de muy diversas formas, llorar, pegar, gritar o mantenerse en silencio entre otras. Mantente a su lado, dale un espacio seguro en el que expresarse. Muéstrale cariño, incluso más que el habitual.

Seguridad. Ofrecer rutinas lo más pronto posible, estabilizar horarios y que el día a día se parezca en todo lo posible a lo que era antes del suceso. Esto le ayudará a volver a confiar en que su mundo es un lugar seguro.

Hablar de lo que pasó. Siempre atendiendo a su edad y capacidad de entendimiento. Compartir lo que sentimos nosotros primero y así ayudar al niño a explicar cómo se siente, sin obligarle. Es importante elaborar las imágenes y sentimientos intensos situados en el hemisferio derecho y que puedan ser integradas. Podemos utilizar nuestros propios sentimientos para ponerle palabras a los suyos y volver a hablar de ello en las semanas siguientes para que la experiencia se vaya comprendiendo cada vez más.

En general, estar atentos, ser pacientes y creativos. Cada niño es diferente y son muchas las conductas que puede desplegar cada uno. Normalmente los síntomas remiten de forma gradual, si no fuera así lo adecuado es consultar a un especialista.

Los Primeros Auxilios Psicológicos sirven para proteger a la persona de estrés adicional, reduciendo la sensación de anormalidad y de esta manera evitar complicaciones; restaurar las funciones psíquicas para prevenir un posible estrés postraumático y, si fuera necesario, facilitar u orientar hacia la asistencia terapéutica. Por su alto valor insitu y también preventivo, es importante que todas las familias conozcan los principios básicos de los PAS y sepan aplicarlos.

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