Mi hijo tiene autismo, ¿y ahora qué?

Por Virgina Miramón

Escuchar “su hijo es autista” es una dura noticia para la que ningún padre suele estar preparado. Hay ocasiones, las menos, en las que poner un nombre concreto a lo que le sucede a su hijo, supone para los padres una liberación tras un largo periplo yendo de especialista en especialista, de centro en centro, buscando una respuesta a sus miedos e interrogantes que nadie le da.

Pero, tras el fuerte impacto inicial y el proceso que requiere la asimilación de una revelación como ésta, el siguiente paso que deben dar los padres es plantear, a ellos mismos y a los profesionales, qué deben hacer, cómo pueden comenzar a trabajar con su hijo.

Una intervención multidisciplinar, individualizada y combinada

Hay que elaborar un plan de tratamiento inmediato en el que colaboren los diferentes especialistas (médicos, logopedas, terapeutas,…) así como los distintos agentes y entornos en los que se desenvuelve el niño (familia, escuela,…).

Un tratamiento que, por otra parte, también debe ser individualizado: debe basarse en las características individuales del niño, sus niveles concretos de funcionamiento en el medio, las dificultades específicas y otros problemas asociados que puede presentar (agresividad, ansiedad, hiperactividad,…) y las diferentes posibilidades que ofrece su entorno (accesibilidad a centros especializados,…).

En este sentido, los especialistas deben informar a la familia de los diferentes tipos de intervención que se pueden poner en práctica con su hijo: ventajas y desventajas de cada método, posibilidades reales de llevarlos a cabo,… como decimos partiendo de su caso particular, para tomar entre todos una decisión consensuada. Y, tras ella, la familia debe recibir información continua, apoyo interpersonal, además de participar activamente en todo el proceso.

La experiencia y los estudios han puesto de manifiesto que la combinación de varios tratamientos es la opción que proporciona unos resultados más satisfactorios.

Algunos tratamientos

A continuación, pasamos a comentar brevemente algunos de los tratamientos más conocidos:

Terapia Conductual: también conocido como método Lovass, ABA, Skinner o Modificación de Conducta. Es uno de los más aceptados y está aportando buenos resultados. Se centra en el aprendizaje de habilidades de lenguaje, juego y socialización,… mediante el uso de premios y castigos.

PECS: Intervención centrada en el lenguaje. Se trata de un Sistema de Comunicación por Intercambio de Imágenes en el que las personas con grandes dificultades en el lenguaje expresivo aprenden a comunicarse espontáneamente empleando símbolos de objetos o actividades deseadas.

Método PADOVAN: Es un método de Reorganización Neuro-Funcional basado en la recapitulación de las fases del neuro-desarrollo del ser humano con el fin de rehabilitar el sistema nervioso, en este caso, de la persona autista, de una forma global. Se trata de un tratamiento cada vez más extendido y muy completo, al incluir ejercicios con el cuerpo, las manos, los ojos y la boca.

TMR: La Terapia de Movimiento Rítmico se basa en la realización de ejercicios rítmicos y suaves, tanto activos como pasivos, que hacen que las diferentes partes del cerebro se conecten, logrando así su madurez cerebral.

Medicación: Partiendo de la idea de que no existe un tratamiento farmacológico específico para el autismo, sí que es cierto que los medicamentos pueden incidir favorablemente en otros problemas que pueden ir asociados a él (epilepsia, obsesiones, trastornos del sueño,…), de manera que si éstos remiten, otras intervenciones pueden llevarse a cabo con mayor facilidad y resultar más productivas.

Dieta libre de gluten y caseína: Consiste en restringir alimentos que contienen estas proteínas, que se encuentran fundamentalmente en los cereales y los productos lácteos. Posee la inestimable ventaja frente a los fármacos de no tener efectos secundarios.

Como decíamos anteriormente, la aceptación del trastorno que presenta nuestro hijo y una respuesta inmediata son los primeros pasos para que éste pueda mejorar. Puede que su condición autista no desparezca por completo, pero a través de una intervención adecuada, debemos intentar que logre el máximo nivel de adaptación posible al mundo que le rodea. La cuestión es no rendirse nunca en esta ardua pelea que nos ha tocado afrontar.

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