Los niños con Síndrome de Down presentan una mayor propensión a la obesidad y el sobrepeso*.

El síndrome de Down o trisomía 21 es un desorden genético ocasionado por cambios en el par de cromosomas número 21. Este síndrome se presenta en todos los grupos raciales o étnicos por igual y parece ser más frecuente cuando el padre o la madre tienen una edad avanzada en el momento de la concepción.

El síndrome de Down conlleva una serie de síntomas congénitos y características asociadas. Algunas de ellas son la macroglosia: una lengua más grande de lo normal que dificulta su vocalización y les impide cerrar correctamente la boca; anormalidades en el tracto gastrointestinal o defectos cardiacos. Además aparece déficit cognitivo de grado variable, pérdida auditiva congénita o adquirida, diferencias musculoesqueléticas como la hipotonía (bajo tono muscular) o excesiva laxitud de las articulaciones, retraso del crecimiento, función inmune alterada, problemas visuales o una función tiroidea reducida.

A todo esto se une que varias investigaciones parecen relacionar el síndrome de Down con una mayor propensión a la obesidad y el sobrepeso lo que explicaría la mayor incidencia en esta población de la diabetes mellitus tipo 2.

La explicación a este fenómeno se puede deber a diferentes mecanismos fisiológicos relacionados con la obesidad:

– Hipotiroidismo. El hipotiroidismo presente entre el 30 y el 50% de los niños con síndrome de Down produce una ralentización de la tasa metabólica corporal, es decir, la cantidad de energía que quema el cuerpo en estado de reposo.

– Menor tasa metabólica basal. Según estudios recientes, además del hipotiroidismo que incide en esta tasa, parece que el bajo tono muscular característico de este síndrome disminuye el gasto energético en reposo de estos niños.

– Elevados niveles de leptina. La leptina es una proteína producida por el tejido graso que parece responsable del almacenamiento de los lípidos en el cuerpo. Así pues, un nivel elevado de la misma contribuye al sobrepeso dado que provoca que el cuerpo se vuelva insensible a dicha hormona y pierda la sensación de saciedad.

– Una pobre masticación. Los niños síndrome de Down tienen dificultades a la hora de comer frutas y vegetales crudos y para masticar comida dura y fibrosa. Esto contribuye a que el niño coma alimentos más suaves que, por lo general, son los que contienen más carbohidratos, azúcares, grasas y colesterol.

Junto con estos deficientes mecanismos fisiológicos aparecen tendencias conductuales que propician la obesidad: según estudios sobre la actividad en niños Down comparados con normales, los primeros realizan la misma cantidad de actividad de intensidad baja y media pero, comparados con los controles, presentan niveles bajos de actividad de intensidad alta o vigorosa. Es decir, son menos dados a las actividades que requieren un esfuerzo corporal intenso.

Para terminar habría que resaltar lo difícil que resulta a los padres de estos niños poder educarlos en unos hábitos saludables de alimentación y ejercicio debido a su carácter, por lo general, negativo, oposicionista, impulsivo y desobediente.

* Pediatric Nursing Journal 2010; 36(6):314-319.

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