Por Virginia Miramón
La vuelta al colegio, tras las largas vacaciones estivales, supone un duro cambio para todos los niños. Implica volver a las obligaciones, a trabajar y a esforzarse, cuando el ocio y la diversión han ocupado sus vidas en los últimos meses. Supone más disciplina, adaptarse a nuevos horarios y nuevas situaciones.
Si nos cuesta a los adultos, ¿cómo no les va a costar a los más pequeños de la casa? Más aún a los niños con necesidades educativas especiales (NEE), que suelen requerir en general más tiempo para todo, incluyendo el periodo de adaptación al nuevo curso.
El comportamiento, manifestación de dificultad
Aunque también es habitual en todos los niños de corta edad que aún no disponen de la soltura verbal suficiente, es muy común que los niños con NEE manifiesten su rechazo a este cambio forzado o sus dificultades para adaptarse al mismo a través de su comportamiento, dados los problemas que suelen tener en el lenguaje la mayoría de ellos y que les impiden expresar oralmente aquello que les está ocurriendo o que están sintiendo.
Por todo esto, es muy importante que los padres y profesores observemos las diferentes conductas y reacciones, los cambios de estado de ánimo, los comportamientos extraños, que pueden manifestar los niños en los primeros días de clase y que podrían estar indicando las dificultades que están encontrando para adaptarse a la nueva situación, más aún cuando comienzan en un centro nuevo en el que todo es novedoso y desconocido para ellos.
Es muy común que los niños con NEE se muestren rebeldes y desobedientes ante las normas y límites que el profesor trata de imponer en el aula para su buen funcionamiento. Y es que, durante los meses de vacaciones, los padres solemos relajarnos y ser más condescendientes en el aspecto disciplinario, en el seguimiento de rutinas, cumplimiento de horarios,… y a estos niños les cuesta más entrar en la dinámica.
Los compañeros, fuente de imitación y estímulo
Una ventaja con la que podemos contar es que muchos de estos niños escolarizados en centros ordinarios, como ocurre con la mayoría de los que presentan síndrome de Down, suelen recibir mejor la información por la vía visual que la auditiva, de manera que tenderán a imitar las acciones que observen en sus compañeros y copiarán con facilidad sus conductas, favoreciendo su adaptación.
Es fundamental, por otra parte, que los adultos analicen y comprendan las causas que motivan a los niños a comportarse de una determinada manera. Y es que, puede darse el caso, por ejemplo, de que se sientan alterados en un ambiente con más gente, más ruidoso, o superados porque no comprenden bien el funcionamiento de la clase o porque no pueden seguir el ritmo de sus compañeros. Pueden manifestar, entonces, una tendencia al aislamiento o, por el contrario, tratar de llamar la atención de los adultos a través de conductas de repulsa o desafiantes.
También se debe tener en cuenta que los alumnos con NEE tardan más generalmente en llevar a cabo los distintos aprendizajes, incluidos los de las reglas sociales como participar con sus compañeros en una actividad de grupo, colaborar en la recogida de materiales o guardar su turno para ser atendido por el profesor y todo ello puede ralentizar también su proceso de adaptación al nuevo curso.
Claves: paciencia y perseverancia
La paciencia y perseverancia serán de capital importancia para lograr que la vuelta a las aulas de nuestros niños con NEE sea lo más satisfactoria posible.
De igual forma, resultarán imprescindibles la comunicación fluida entre la escuela, la familia y otros profesionales, la coordinación entre ellos y el trabajo conjunto hacia una meta común: la adaptación del niño a su nueva situación, a un nuevo curso que puede resultar fundamental para su vida.
1 comentario en «La vuelta al cole para los niños con NEE»
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