La entrada de las nuevas tecnologías en relación con la sexualidad ha hecho que se ponga de nuevo el acento en la educación sexual que reciben los adolescentes, ya que hoy en día se empieza cada vez más pronto a tener curiosidad por este tipo de temas. Los más jóvenes poseen herramientas como el acceso a Internet y móviles propios que les permiten llegar a cualquier tipo de información y, por tanto, hacer uso de ella.
Entre las distintas prácticas de carácter sexual que se pueden llevar a cabo, el sexting está en el punto de mira. Esta práctica consiste en mandar imágenes o vídeos con contenido erótico a otras personas; generalmente se realiza con tu propia pareja, sin embargo esto está cambiando, y cada vez se envían con más facilidad fotos subidas de tono por cualquier vía, hasta el punto de encontrarlas también en redes sociales, donde están abiertas al público en general.
¿Es esto normal o se considera un problema? ¿Estamos educando a nuestros hijos en el sentido correcto? Entre las pocas familias que dedican un tiempo a la educación sexual de sus hijos, pocos son también los adolescentes que reconocen abiertamente practicar sexting; muchos de ellos sienten estar fallando a sus padres, de nuevo por ser un tema invisibilizado y considerado “tabú”.
El sexting puede resultar divertido en una relación de pareja, ya que actualmente se interpreta como el grado de complicidad que existe entre dos personas. Sin embargo, se trata de una práctica con ciertos riesgos, ya que se depende tanto de la otra persona como de Internet. Temas como los celos, terminar una relación, hackear un móvil o simplemente perderlo, puede exponernos a que miles de personas tengan acceso a nuestras intimidades. Además, es importante recalcar que se trata de una práctica voluntaria, a la que no debemos acceder si no se está totalmente seguro y que no denota menos confianza en nuestra pareja, aunque esté así considerado.
Por este motivo, la principal reflexión que queremos plantear ya no es tanto la acción sino la educación, donde debemos transmitir a nuestros hijos el respeto a su intimidad y, en este caso, a la de otras personas; conociendo también el correcto uso de las redes sociales, con los peligros que estas conllevan.
La educación sexual, por tanto, no se trata de prohibir ni limitar a los jóvenes en su curiosidad sexual, sino de enseñar tanto las ventajas como los inconvenientes de este tipo de prácticas y dar consejos para llevarlas a cabo de la forma más segura posible. Tratar de invisibilizar temas como el sexting solo generaría más tabú, menos educación al respecto y más prácticas de riesgo por parte de los adolescentes.
Empoderar a nuestros hijos también en este ámbito es darles la confianza de que van a saber manejar de forma exitosa este tipo de situaciones.
Páginas para padres e hijos sobre el sexting y cómo llevar a cabo una práctica segura: