Jugar con nuestro bebé

Como padres siempre buscamos lo mejor para nuestros hijos y les educamos de la manera que creemos más adecuada. Esta es la mejor forma en la que se puede educar, sin lugar a dudas. Ahora bien, como niños, nuestros hijos tienen una serie de necesidades que cubrir y nos necesitan para ello, sobre todo al inicio de su vida. Una de las principales necesidades, aparte de las básicas de supervivencia -comer o dormir- es la necesidad de jugar. A través del juego les damos a nuestros hijos cariño, afecto, les ayudamos a construir un vínculo, a moverse en el mundo tanto a nivel físico como social. Jugando, los niños adquieren una serie de habilidades básicas con las que manejarse en su día a día. Si nos fijamos en los cachorros de otras especies vemos que jugando aprenden conductas que les son fundamentales para la vida: se asean, cazan, se protegen, etc.

Cuando debemos comenzar a jugar con nuestro bebé

Uno de los errores más frecuentes es pensar que no podemos jugar con un niño hasta que éste ya tiene cierta capacidad de movimiento. Nada más lejos de la realidad. Podemos y debemos empezar a jugar con nuestro bebé desde el mismo momento del nacimiento. Es cierto que es más importante la calidad del tiempo que pasemos con ellos que la cantidad y es importante crear un ambiente relajado y placentero a pesar de nuestro agobio y desconocimiento como padres o nuestra situación laboral o familiar.

Al principio, su capacidad de movimiento es muy limitada y, precisamente por eso, la estimulación que reciba depende básicamente de lo que nosotros le ofrezcamos. Podemos empezar estimulando sus sistemas de percepción sensorial. Así pues, debemos invertir esfuerzos en crear un espacio adecuado donde nuestro hijo pueda sentir que tiene su sitio. No importa cómo de grande sea la casa donde vivimos, ni si tiene una habitación sólo para él o duerme en nuestro cuarto. Sí es necesario tener un espacio donde poder extender una manta o colchoneta para jugar con ellos (al principio nos vale la cama). La estancia debe ser luminosa pero no hace falta que nos dé el sol directamente y podemos estimular el sistema visual del niño con colores en las paredes, no estridentes, ya que colores muy fuertes pueden irritarles. Está bien que no haya sonidos demasiado fuertes pero tampoco conviene un silencio absoluto. Su sistema auditivo tiene que empezar a trabajar y para ello es muy apropiada la música. La música clásica es relajante y melódica pero otros tipos de músicas también estimulan la audición. Si nosotros les cantamos estaremos favoreciendo además los balbuceos y vocalizaciones. Tenemos que tener en cuenta que toda su piel es muy sensible al contacto y el vínculo afectivo es algo tan básico como el comer y el dormir. Para estimularle en este sentido junto con las caricias y besos podemos masajear todo su cuerpo suavemente. Si le arrullamos contra nuestro pecho estaremos añadiendo movimiento al contacto físico y potenciando su sentido kinestésico. El gusto y el olfato son los sentidos que trabajan de manera más inconsciente. El niño asocia a nosotros un determinado olor que, al tratarse de la fuente de comida, vínculo y seguridad, le da tranquilidad. Asimismo, el alimento que recibe del pecho o del biberón, lo asocia a bienestar y calma.

Los tipos de juegos a los que podemos jugar con nuestro hijo irán variando con la edad. A medida que pasan los meses, lo interesante es potenciar sus capacidades de desarrollo. En su evolución, lo primero que surge es su capacidad de movimiento. Y es en esto en lo que más podemos intervenir sin olvidar jugar con las palabras, rimas y canciones para fomentar sus balbuceos y su sentido musical, darle juguetes que puedan estimular sus percepciones a nivel táctil, olfativo, visual y manipulativo. Lo más indicado sería buscar un ratito cada día para poder compartir tiempo con nuestros pequeños. Muchos padres se organizan de tal manera que un rato antes de empezar a bañar a su pequeño juegan con él durante un tiempo y terminan dándole un masaje por todo el cuerpo para pasar ya al aseo de forma relajada. Tenemos que buscar cuál es la manera en la que podemos organizarnos cada uno y así poder dedicarles un ratito cada día. El que nosotros seamos constantes en nuestras rutinas les ayuda mucho a organizar sus horarios y aprenden a relajarse con facilidad.

Disponemos de diferentes alternativas

Hay muchos libros que nos sugieren juegos a realizar con los bebés y muchos programas de estimulación temprana están también orientados a enseñarnos cómo podemos relacionarnos y jugar con nuestros hijos para potenciar un vínculo afectivo sano y, al mismo tiempo, ayudarles a que su desarrollo sea el óptimo. Cuando la estimulación se hace en grupo, los padres aprenden también a potenciar el desarrollo social del niño.

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