El sueño es una de las principales preocupaciones de los padres de niños pequeños. La falta de sueño de los adultos por las interrupciones en el sueño de sus retoños es una de las facetas más cansadas de ser padre. Y es que el sueño infantil sigue un patrón de desarrollo diferente al del adulto. El bebé puede tardar meses e incluso uno o dos años en adquirir un sueño nocturno sin interrupciones.
Más allá del «dormir la noche del tirón», el sueño es uno de los aspectos del desarrollo que más afectados se pueden ver durante el crecimiento. A partir de los dos años y medio o tres es frecuente también que aparezcan terrores nocturnos o pesadillas. Y, al mismo tiempo, dormir bien es una de las principales fuentes de bienestar para el niño.