¿Sabías que las mascotas ayudan a los niños a relacionarse?

Tener algún animal en casa es algo que casi todo niño desea pero que la mayoría no consigue. Bien por alergias del propio niño o de los padres o bien por la dificultad logística que supone tener que atenderlo o el espacio que ocupa.

Lo que muchos padres no contemplan es que relacionarse con animales domésticos enseña a los niños muchas cosas acerca de las relaciones sociales.

Cualquier niño se beneficia de tener una mascota y supone un gérmen de responsabilidad y cuidado hacia un ser vivo si los adultos le ayudan a entender las tareas a realizar y lo comparten con él. Pero hay dos tipos de caracteres que se benefician especialmente de tener a su cuidado un animal: los niños que son extremadamente tímidos y aquellos que resultan demasiado impulsivos a la hora de relacionarse con los demás.

Para aquellos niños tímidos o con cierta falta de habilidades sociales, un perro, un gato o un conejo resultan seres vivos más asequibles con los que interactuar. No se sienten juzgados o rechazados y son más directos en sus reacciones. Así a un niño le resulta fácil ver cuándo un perro está enfadado o aburrido o contento mientras que le cuesta más hacer esta lectura emocional en sus compañeros de especie.

Al tratar con un animal, los niños más impulsivos aprenden a regular sus interacciones. Se dan cuenta de que si se acercan demasiado rápido o sin cuidado, el animal se asusta y no confía. Para poder acercarse a ellos y ganar la posibilidad de tocarlos, tienen que aprender a aproximarse de una manera calmada y respetuosa. Muchas veces, este tipo de niños necesitan del ejemplo de los padres para aprender a gestionar su conducta. Son los propios padres (no tanto el animal) quien va a trasmitir al niño la manera adecuada de acercarse.

¿Qué enseñan los animales a los niños?

Los animales domésticos enseñan una serie de valores sociales a los niños como:

– la lealtad: ser fiel a la persona que se porta bien contigo, te da de comer o te ofrece un lugar donde resguardarte.

– la reciprocidad: si me tratas bien, yo reaccionaré bien. Y lo mismo al contrario.

– la confianza: los animales necesitan un tiempo y unos comportamientos que aseguren que van a ser bien tratados para poder confiar en el otro y dejarse tocar, acariciar o coger.

¿Qué animal elegir?

Cada animal tiene unas características diferentes. Habría que elegir un animal que en cierto modo se parezca a su dueño para facilitar la conexión entre ambos y que el niño pueda aprender cómo superar sus dificultades, igual que lo haría su mascota.

Los perros tienden a ser más impulsivos, abiertos y dispersos, mientras que los gatos son más introvertidos y desconfiados, les cuesta más relacionarse.

Para niños más pequeños un hamster, un conejo o una tortuga pueden ser más indicados. Son más manejables de tamaño y ayudan a introducir las nociones básicas de cuidado y respeto.

Los peces están bien para aquellos casos en que logísticamente no se pueda tener un animal más grande y queramos crear en los niños la responsabilidad básica de tener un ser vivo a su cargo. Sin embargo, se encuentra limitado el contacto directo con el animal (sentir la piel, el latido del corazón o la respiración) que suele ayudar a ponerse en el lugar del otro.

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