En ocasiones me encuentro en terapia con padres que han tenido un hijo y parece que es lo último que van a hacer en la vida. Me explico: el niño consume toda su energía, tiempo y recursos. Así no se ven con ánimo de embarcarse en ningún proyecto más (entre ellos el de tener más hijos).
Convertirse en padre o madre es un cambio cualitativo en la vida de cualquiera. Si además encontramos dificultades en la crianza: que nuestro pequeño haya salido inquieto o movido, poco dormilón y que no nos deja descansar lo que necesitamos, sufrimos un desgaste importante. Pero no está todo perdido, hay maneras de manejar estas situaciones.
Deberíamos tener claro que los niños son muy influenciables por el clima emocional que los rodea y acusan el estrés de su entorno normalmente amplificándolo. Lo cual es un efecto bola de nieve: padres que no pueden manejar la ansiedad del niño, niño que se altera más, que provoca mayor estrés en sus padres que se ven incacpaces de manejarlo,…
Así que vamos a repasar maneras en las que podemos manejar la ansiedad de los niños que nos ayuden a rebajar la tensión familiar:
- Establecer rutinas y rituales diarios es una de las mejores formas de controlar el estrés infantil. Y seguir manteniéndolas (aunque de manera más flexible) en periodos vacacionales.
- Controlar el exceso de estimulación al que se expone al niño. Está bien que juegue, se entretenga y participe en actividades pero hay que ayudarle a cortar cuando es el momento.
- Tener claro que nosotros, los adultos somos los que tenemos más desarrollada la capacidad de contención. Precisamente cuanto peor es el comportamiento de nuestros hijos es cuando más necesitan de nosotros y de nuestra paciencia y calma.
- Enseñarles respiraciones así como otras técnicas de relajación para que sepan aplicarlas en momentos críticos de alta tensión. Aquí hablamos de un libro que puede ayudar con el tema.
- Practicar ejercicios de atención y concentración. Jugar con ellos a juegos de observación o, a partir de primaria, a juegos de mesa reglados donde tengan que seguir unas normas y estar atentos a su cumplimiento les ayuda a desarrollar estos aspectos.
Parecen cosas sencillas y que probablemente todos los padres hemos practicado en alguna ocasión, tal vez sin el resultado deseado. Sin embargo, no olvidemos que el cambio se produce a través del hábito y para llegar a instaurarlo es necesaria la constancia y la repetición.