A la hora de educar, siempre el refuerzo positivo suele ser más efectivo que el castigo o el refuerzo negativo. El refuerzo positivo fomenta comportamientos deseados y fortalece la relación, refuerzos tales como elogios, premios, es decir, añadir algo agradable a una conducta deseada. En cambio, el refuerzo negativo puede llevar a confusión sobre lo que se espera y el castigo puede generar miedo o resentimiento.
El refuerzo negativo es la retirada de un estímulo aversivo (algo que no gusta al niño) cuando se presenta un comportamiento deseado, lo que puede motivar al niño a repetir ese comportamiento.
Por esto es mejor centrarse en guiar y motivar al niño a través de métodos constructivos como el refuerzo positivo.
Algunos ejemplos de refuerzo positivo son el refuerzo verbal: elogios, felicitaciones, expresiones de cariño cuando el niño hace algo bien. “Bien hecho” o “Estoy orgulloso de ti”. O las recompensas: pequeños premios como pegatinas, juguetes o tiempo extra de una actividad que le guste al niño, dejarle elegir su postre o comida favorita, etc.
Por otro lado, la efectividad entre el castigo y el refuerzo negativo es mayor para el refuerzo negativo ya que generalmente se considera que da mejores resultados. El castigo, como se ha mencionado anteriormente, puede crear resentimiento y no siempre enseña al niño qué comportamiento es el que se espera. Es importante utilizar ambos métodos con cuidado, el castigo en sí está desaconsejado y complementar con estrategias de refuerzo positivo para una educación más efectiva y saludable.
Las ventajas del refuerzo negativo serían, por ejemplo, la motivación para el cambio, el establecimiento de limites o la mejora de la conducta deseada. Pasando a las desventajas, el niño puede presentar confusión, efectos emocionales no deseados como ansiedad o estrés, vinculo afectado y resultados a corto plazo que no se mantienen a largo plazo.
El castigo no es recomendable puesto que los niños realmente no aprenden cual es el comportamiento que se espera de ellos además de que puede crear miedo y resentimiento, conductas evasivas, puede afectar a la autoestima y confianza del niño generando frustración. El castigo suele deteriorar la relación paternofilial, en especial si también hay presente castigo físico donde el niño además de sentir rencor puede aprender que la violencia es la solución. Dificulta la comunicación y la confianza.
En conclusión, por estas razones, se recomiendan métodos más constructivos y positivos para guiar el comportamiento de los niños. El refuerzo positivo es el método más recomendable a la hora de educar a nuestros hijos, pero, si esto solo no funciona, se puede complementar con otros métodos y siempre de manera proporcional a la conducta de nuestro hijo.
Por María Godino