Ahora que vamos a cambiar de año, llega el momento de plantearse nuevos retos y objetivos para el año que entra. Es algo que solemos hacer por tradición o por consejo y realmente es un hábito bastante saludable. Nos permite marcarnos un rumbo y poder tener objetivos a medio plazo. Es común que estos propósitos que nos marcamos los tengamos muy presentes durante los primeros meses del año pero después desistimos en conseguirlos o los olvidemos. Por tanto, igual de sano que plantearse un objetivo, es reevaluarlo al finalizar el año. Así pues, ahora es el momento de valorar aquellos objetivos que nos planteamos a principios de esto mismo año y ver cuántos hemos alcanzado, cuántos han variado, cuántos deseamos insistir en conseguirlos o cuántos deseamos reemplazar por otro nuevo.
En AITTA nos hemos planteado unos objetivos en relación a nuestro trato con los menores y queremos compartirlos con vosotros ya que pueden resultar muy útiles para mejorar las relaciones familiares.
Nuestros propósitos son estos:
- Pasar más tiempo en familia.
Dedicar parte de nuestro tiempo de ocio a nuestros hijos. Hacer planes con ellos: excursiones, tardes de cine, de parque o simplemente en casa. Buscar juegos que entretengan a ambos, pequeños y mayores.
- Ser más pacientes y respetar los tiempos de cada uno.
Los adultos solemos ir con prisas a todos lados. Siempre llevamos el tiempo cronometrado para ir al trabajo o llegar a todas las actividades que nos proponemos. No nos damos cuenta pero estamos constantemente apurando a los niño a que se ciñan a nuestro horario. Así pues, lo que os proponemos es desarrollar la paciencia y aprender a respetar los tiempos de cada uno. Cuando estemos con los niños, estaría bien no fijarnos objetivos demasiado ambiciosos en cuanto a tiempo se refiere, desarrollar la paciencia, aprender a esperarlos y, sobre todo, saber que cada uno tenemos nuestros tiempos.
- Valorar a los niños por lo que son.
Tendemos a valorar mucho a los niños por lo que hacen, por lo que consiguen: contínuamente les pedimos que saquen buenas notas, que se comporten, que sean educados, que colaboren en las tareas de casa… y eso puede generar la sensación en ellos de que sólo nos importan sus logros. Cuando realmente es al contrario, los logros están muy bien pero lo que debemos valorar de ellos es lo que son: si son sensibles, amables, cariñosos, empáticos. Ese es el verdadero aprendizaje y lo que realmente es valorable en ellos.
- Escuchar más a nuestros niños.
Dedicar momentos de atención plena. Dejar a un lado nuestras tareas, obligaciones y también las distracciones: las tablets, los móviles y poder escucharlos de corazón a corazón, mirándoles a los ojos y tratando de ponernos en su lugar.
En este vídeo os lo explicamos detalladamente. La idea es que estos objetivos acaben convertidos en algún propósito de año nuevo con la idea de mejorar el clima familiar. Los niños siempre se benefician del tiempo y la atención de calidad que les prestamos.