Dormir es una actividad necesaria en el día a día de todo ser humano. La psicóloga Beatriz Cabrera habla del sueño como una forma de resetear el cerebro. Nuestro cuerpo recupera la energía que ha ido perdiendo a lo largo del día, para poder así empezar el nuevo día con fuerza.
En los más pequeños, esta actividad será necesaria para lograr un correcto desarrollo a parte de ser imprescindible para su bienestar.
¿Cuántas horas debería dormir un niño?
Según Beatriz Cabrera, los niños entre 1 y 3 años deben dormir aproximadamente 12 horas. Entre los 3 y los 10 años, los niños deberían dormir 10 horas más o menos. Aquellos entre los 10 y los 18, deberían dormir cerca de 10 horas. Pero en los casos de insomnio infantil, el número de horas de sueño se ve disminuido.
El insomnio infantil es un motivo bastante frecuente de consulta en atención primaria. Según menciona Libano (2015) es un problema que afecta a un 25-30% de la población pediátrica que tiene entre 6 meses y 5 años. Antes de nada, debemos entender a que nos referimos cuando hablamos de insomio. Libano lo define como la sensación subjetiva de dificultad o incapacidad para iniciar y/o mantener el sueño, impidiendo así un descanso adecuado. Sin embargo, cuando hablamos de insomnio en los más pequeños, debemos incluir otros elementos en la definición como rechazo a dormir solo, dificultades para ir a la cama, o la necesidad de la presencia de los padres para poder dormirse.
Este problema afecta, por un lado, a la calidad de la vida del niño, ya que provocará somnolencia diurna y dificultará la capacidad del niño para prestar atención, por lo que su rendimiento académico se puede ver afectado. Además, puede llevar a problemas de conducta, hiperactividad o irritabilidad y dará lugar también a dificultades a nivel anímico. Por otro lado, este problema influirá en la familia como conjunto, en la que puede generarse un ambiente de estrés y pueden aparecer problemas de desajuste emocional en algunos de sus miembros.
¿Qué puede estar provocando ese insomnio en los más pequeños?
Hay muchas causas que pueden estar detrás del insomnio infantil. En algunos casos es el resultado de factores emocionales, sociales o escolares. También puede estar provocado por factores biológicos o médicos como alergias o dolores. Sin embargo, Sanz (2003) menciona que el 98% de los casos la causa que produce el insomnio infantil es la adquisición errónea del hábito de sueño.
Entonces, ¿cómo podemos evitar que se produzca insomnio u otros trastornos de sueño en nuestros hijos?
En primer lugar, será necesario introducir medidas de higiene de sueño en la rutina del niño. Estas medidas son definidas por Vicario, Cabrera y Luque (2018) como prácticas y hábitos necesarios para tener una cantidad y calidad de sueño y de vigilia óptimos. Entre estas encontramos, por ejemplo, intentar levantarse y acostarse siempre a la misma hora, asegurándonos de que el niño está teniendo unas horas de sueño adecuadas a su edad, tanto en los días de colegio o en fin de semana.
Se deben además evitar luces intensas en la habitación y mantener dispositivos electrónicos o juegos digitales fuera de la habitación cuando llega la hora de dormir, limitando también su uso un rato antes de este momento. Realizar ejercicio físico antes de dormir también puede desajustar el sueño de los niños, por lo que esto debe evitarse. Debemos enseñar a los más pequeños a utilizar la cama únicamente para dormir, y no para ver la tele o para leer.
Por otro lado, las preocupaciones y emociones pueden ser un gran obstáculo para conseguir un buen descanso, por lo que facilitar que el niño/a las exprese antes de dormir les ayudará a descansar correctamente y evitará que su sueño se vea alterado. Habla tranquilamente con él sobre el día, pregúntale qué ha sido lo mejor y lo peor y dedicar tiempo juntos a deshacer o trabajar esas preocupaciones.
Finalmente, se pueden realizar actividades relajantes antes de dormir, como por ejemplo leer un cuento que le guste o escuchar música relajante. También es una opción dar un pequeño masaje al niño.
A la hora de utilizar estas estrategias y herramientas, siempre debemos tener en cuenta que cada niño es distinto, por lo que no tienen por qué funcionar todas ellas con todos los niños.
Con todo esto podemos ver que conseguir un buen descanso y evitar el insomnio infantil es algo que se aprende, y que requiere de una serie de rutinas con las que hay que ser constante. Al niño/a le motivará mucho sentir que toda la familia sigue las mismas rutinas de sueño. Trabajando en equipo con los más pequeños, podemos convertir la hora de dormir en un momento especial del día. Debe ser un momento en el que ellos sientan tranquilidad y puedan, como dice Beatriz Cabrera, resetear su cerebro y recupera energía sin que el insomnio se lo impida.
Por Celia Ramos Montalvo.