El masaje infantil es una técnica sutil de contacto con nuestro bebé. De forma instintiva y natural, aunque no sepamos los movimientos, tocamos a nuestros hijos, les mimamos y usamos el tacto para transmitirles multitud de emociones, tranquilidad, amor, pertenencia, alegría, etc.
Si miramos el mundo animal encontraremos que todos los mamíferos tendemos a tener a las crías cerca, desde que nacen las mamás mamíferas lamen a sus bebés para estimularles, para darles la bienvenida y que sientan su cuerpo, para hacerles entender que no están solos y que están protegidos.
Podría decirse por tanto que el masaje infantil se hace de manera natural. Sin embargo, la técnica en sí, los movimientos intencionados y las secuencias amorosas parten de una tradición india donde las madres enseñan a sus hijas en grupo. El doctor francés F. Leboyer observó a estas mujeres en su ámbito natural y al quedar impresionado con los beneficios decidió importar esas técnicas a Occidente y bautizar la secuencia de los movimientos con el nombre de una de las madres de la que quedó impactado, Shantala.
En Occidente nos ha llegado así esta tradición y la asociación internacional de masaje infantil se ha dedicado a la formación de educadoras en esta técnica, para que podamos transmitirla a las mamás y papás que deseen incluirlo en el cuidado de sus pequeños.
A través del masaje se produce una comunicación muy especial, se pasan al niño sensaciones muy necesarias en su desarrollo psico-emocional. A pesar de que no se trata de un masaje terapéutico, sino simplemente sensitivo, el interior del bebé se ve enriquecido con las vibraciones amorosas de las manos de su persona querida, con los sonidos que emiten acompañando las caricias, con los olores agradables de los aceites empleados, etc.
A nivel físico también existen importantes beneficios: fomenta la tranquilidad, la relajación, el sueño profundo, la seguridad, ¡genera hormonas de la felicidad!, las endorfinas. Además ayuda a los pequeños a empezar a conocer los límites de su propio cuerpo.
Incluir el masaje al bebé en nuestra rutina no solamente le beneficia a él, sino que además permite a padres, madres, e incluso hermanos fomentar el contacto físico como forma de comunicación familiar. Es por tanto una preciosa herramienta que podemos aprender fácilmente para calmar, acunar y dar felicidad y seguridad a nuestros hijos.